jueves, 26 de abril de 2018

Kabenzotz



KABENZOTZ 


Tema recurrente tanto en el cine como en la literatura de ficción es el de los viajes a través del tiempo, ya saben, ese concepto que, amparado en la teoría de la relatividad, posibilita el desplazamiento hacia delante y hacia atrás en el espacio. La TARDIS de Doctor Who, el Delorean de Regreso al Futuro o La Máquina del cambiazo del profesor Bacterio en Mortadelo y Filemón, son quizás los más famosos artilugios para realizar la travesía. 


No soy una persona habitualmente imbuida de un sentimiento patriótico colindante con el chauvinismo, esa exaltación exagerada o desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero, pero he de reconocer que, en algunas ocasiones, cuando nos proponemos algo no hay país ni estado que ose hacernos sombra.


Mientras el Fausto de Goethe, la Peggy Sue de Coppola o el yankee en la corte del Rey Arturo de Mark Twain realizan su viaje por el tiempo y el espacio ellos solitos, o, como mucho, de dos en dos, como Doc y Macfly o Los Visitantes, de Poiré, en España hemos conseguido hacer viajar en el tiempo a cuarenta y seis millones de personas, es decir, a todos los habitantes del país.


Si no, cómo se puede explicar que, en la actualidad, haya quien cumpla condena por meterse con la Corona en una canción, o que las banderas de los cuarteles ondeen a media asta por luto oficial durante la Semana Santa. Estos hechos suponen un retroceso de cincuenta o sesenta años y remiten a los pretéritos tiempos del régimen anterior. Que en 2018 una persona sea citada a declarar en un juzgado por insultar a Dios y a la Virgen María nos sitúa directamente en la Edad Media. Parece que lo llaman “delito contra los sentimientos religiosos” porque “herejía” suena demasiado fuerte.


Partiendo de la base de que la Constitución, la norma suprema del ordenamiento jurídico español, en su artículo número 20, considera la libertad de expresión un derecho fundamental, nos encontramos, como mínimo, ante una absoluta incoherencia. Que la utilización de una expresión que siempre se ha usado coloquialmente para expresar un estado de ánimo o disconformidad con algo se lleve a juicio es un acto retrógrado a todas luces, al margen de lo ridículo que puede ser ir ante un juez por insultar a algo de lo que no hay pruebas de que exista. 
 

Gracias a las series y películas que hablan de los tópicos vascos en clave de humor, Kabenzotz, que se utiliza para reemplazar en ocasiones al mal sonante  “Me cago en dios se ha convertido en la palabra vasca de moda sin que gracias a dios nadie haya puesto el grito en el cielo (nunca mejor dicho).




Antonio Jesús García


Publicado La Voz de Almería (26-4-18)

jueves, 19 de abril de 2018

¿Origen del Rock Andaluz?



¿EL ORIGEN DEL ROCK ANDALUZ?



“Spanish Caravan” es una canción de la banda de rock estadounidense The Doors. Incluida en el álbum Waiting for the Sun, de 1968, es una de las piezas más peculiares del grupo. Se podría decir que el tema consta de una pista básica de flamenco del tipo "Granaínas", donde destaca el virtuosismo a la guitarra de Robby Krieger, tomando prestado el inicio de “Asturias”, de Albéniz, para más delante incorporar una falseta semejante a una “Malagueña”.


¿Estamos pues ante un precedente del Rock Andaluz?

Se llama así a la corriente musical desarrollada básicamente en Andalucía, entre finales de la década de los sesenta hasta la primera mitad de los 80. Enmarcada en una tendencia de búsqueda de raíces, musicalmente consiste en la incorporación de ritmos y armonías procedentes del flamenco y folklore andaluz a piezas de tendencias contemporáneas como el pop y el rock. 


Smash, grupo sevillano que se forma oficialmente a finales de 1968, aunque no es hasta mediados del 1969 cuando comienzan a ensayar, es considerado pionero del movimiento. Antes, incluso, estaría Gong, banda de rhythm and blues creada también en Sevilla en el año 1967 y de corto recorrido, cuyos dos únicos singles se publican en 1973, cuando el grupo ya ha desaparecido.


Existe un claro precedente, en 1966 el maestro Sabicas es convencido por su hermano para participar junto al productor y guitarrista Joe Beck en un proyecto de fusión del rock y el flamenco. Resultado: el álbum Rock Encounter, del que el músico navarro no está nada convencido y retrasa su salida a la venta hasta 1970.


En 1960, Miles Davis, una de las figuras más relevantes, innovadoras e influyentes de la historia del jazz, graba Sketches of Spain, un acercamiento a la música popular española por parte del genio de Santa Mónica, incluyendo una Saeta y una Soleá,  pero que nada tiene que ver con el rock.


Dado que no es probable que Morrison y compañía conocieran el oculto trabajo de Sabicas y que casi con toda seguridad los músicos andaluces sí supieran del tema de The Doors que, con letra de Jim Morrison, hace referencia a Andalucía dentro de un simbolismo de carácter romántico, no sería descabellado aventurar que el Rock Andaluz lo intuyeron unos tipos de California. 


Curiosamente, en 1986, el cuarto álbum de Medina Azahara, grupo señero del movimiento, se titula Caravana Española.  Ya sabemos que en 1964 Los Brincos publican Flamenco, un tema que tiene de ello lo mismo que de bulería tiene el de quien ustedes ya saben, solamente el título.




Antonio Jesús García 


Publicado La Voz de Almería (19-4-18)


jueves, 12 de abril de 2018

Celtiberia Show


CELTIBERIA SHOW
Antes de convertirse en un periodista fundamental en el panorama político de la transición española, Luis Carandell, el escritor que con su inteligencia y humor hizo atractiva la crónica política, publicó en 1970 Celtiberia Show: una recopilación de recortes, folletos de publicidad y propaganda, anuncios en prensa y un sin fin de secciones más con las que intentaba resumir, a grosso modo, la peculiaridad y el carácter de una España involucionada pero, a su vez, orgullosa de mostrarse tal cual al mundo, sin filtros ni artificios.
Algunas de la perlas que podemos encontrar entre sus páginas son: “Asesino sí, pero no de personas, sólo se dedica a las mujeres” en el anuncio de una película; “Apolo, un amigo inseparable”, la publicidad de un vibrador disfrazado de masajeador “ideal para combatir arrugas” y otros usos, “dibujado con una punta científicamente redondeada”; la fotografía conmemorativa de la Primera Comunión de unos escolares publicada en un periódico de Sevilla, donde, entre la variedad de uniformes que lucen los comulgandos, destaca en primera fila el de un tierno infante ataviado de pikoleto; o un pequeño lío con las festividades sacras que lleva a anunciar en la hoja parroquial La Circuncisión de Nuestra Señora.
Entre ellas también se encuentra el ¨Saluda¨ ya impreso que un catedrático de la Universidad de Madrid, cuyo nombre aparece convenientemente tachado, que usaba para comunicar a sus amigos “que su recomendado el alumno don… ha sido aprobado en la asignatura de…”
El libro, en teoría, un reflejo y crítica, con sonrisa, a la España del franquismo y el subdesarrollo evidencia, casi cincuenta años después, lo poco que hemos cambiado. La actualidad así lo confirma.
Hay quien afirma que tras el acceso del hijo del obrero a la Universidad, los ricos inventaron los Máster con el fin de seguir manteniendo las distancias y, aunque puede que haya algo de esto, que existieran catedráticos que tuvieran impresos especiales para comunicar el haber atendido a las recomendaciones en un tiempo en el que no era rentable imprimir un documento a menos de hacer una tirada mínima varios cientos de ejemplares, denota que en la Universidad, lo de atender a recomendaciones y enchufes, es una costumbre arraigada.
Ignoramos si al igual que la Juan Carlos I, que parece ser afín a un determinado matiz político, la de Deusto o la de Sevilla, por poner sólo unos ejemplos, puedan serlo a otras sensibilidades pero, de lo que no hay duda, y parafraseando a otro salvapatrias que: es el sistema, amigo.


Antonio Jesús García.

Publicado La Voz de Almería (12-4-18)



jueves, 5 de abril de 2018

Odio Los Pasodobles



ODIO LOS PASODOBLES



A poco que uno pasee por las calles de cualquier ciudad se puede topar con carteles promocionales de conciertos de artistas y grupos como ABBA, Elvis Presley, Queen, Pink Floyd o Led Zeppelin, algo relativamente lógico y normal si nos encontrásemos en plena década de los setenta del siglo pasado, pero no tanto en el año dos mil dieciocho donde, no sólo hace lustros que estos grupos no existen, sino que muchos cambiaron el negocio de la música por el de la cría de malvas.


Imagino que para las orquestas de pachanga de Wisconsin o Illinois temas como Sweet home Alabama de los Lynyrd Skynyrd o Light my fire de The Doors deben ser el equivalente nuestro a Paquito el chocolatero y Los pajaritos. Sin embargo, este tipo de formaciones han pasado de ser decadentes espectáculos en hoteles para guiris borrachos a llenar estadios con aforos multitudinarios y ambiciosas producciones, mientras las figuras patrias se ven obligadas a reducir las suyas para capear el temporal.


Odio los Pasodobles es una confesión, la alergia no se puede evitar, nos declaraba Jorge Martínez al frente de Ilegales. Reconozco que me pasa igual con las bandas tributo, esos grupos musicales que, a base de hurgar descaradamente en nuestra melancolía, se han convertido en todo un fenómeno.


Reproduciéndose más que un gremlin tomando las uvas en un jacuzzy copan las programaciones y propuestas músico-culturales de instituciones y empresas con el beneplácito de un público vago y perezoso emocionalmente, que prefiere enfrentarse a lo ya conocido antes que a implicar sus neuronas en nuevas propuestas.
 

Quien argumenta que los Stones o los Beatles nacieron como bandas de versiones pasan por alto dos pequeños detalles. Uno: hacían versiones de diferentes artistas, no dedicándose sólo a uno, a la vez que no eran clónicos, sino que adaptaban los temas a su estilo y personalidad. Dos: si Beatles y Rolling ocupan un lugar destacado en el Olimpo del rock´n´roll es gracias a los binomios Jagger-Richards, y Lennon-McCartney, que firmaban la mayoría de sus éxitos. 


También es cierto que, mientras la música electrónica y latina invaden el panorama musical de las radio-fórmulas, existe una generación actual huérfana de música y que además se interesa por un estilo que ya no se produce. La música tributo cumple la función de proporcionar un espectáculo para todas las edades, lo que viene a ser el oxímoron: rock and roll para todos los públicos.


Si el arte es expresarte con tu propia voz, siempre quedará la duda de saber si el aplauso del público es para ti o para tu avatar.



Antonio Jesús García


Publicado La Voz de Almería (5-4-18)


Pueblos del Mundo: ¡Extinguíos!

PUEBLOS DEL MUNDO: ¡EXTINGUÍOS! La creatividad es la capacidad de generar nuevas ideas o conceptos a base de asociar entre s...