jueves, 31 de octubre de 2013

Noche de difuntos. Truco o trato.


NOCHE DE DIFUNTOS. TRUCO O TRATO.

Es fácil por estas fechas el escuchar comentarios despectivos a cerca la Noche de Halloween y la supuesta colonización sufrida por parte del imperio yankee, y aunque no deje de ser cierto, conviene no escandalizarse y realizar algunas puntualizaciones al respecto.
Su origen es un ancestral rito druídico llamado Samhain donde celebraban el final del verano y de la temporada de cosechas en un día en el que creían que la distancia que une este mundo con el Otro se acortaba.
Tras la ocupación romana, éstos la adoptaron denominándola Fiesta de la Cosecha introduciendo la manzana caramelizada en la celebración. Y fueron los Papas Gregorio III y Gregorio IV quienes la cristianizaron como tantas otras fiestas paganas, convirtiéndola en la Conmemoración de los Fieles Difuntos. Al igual que en México, anterior a la llegada de los españoles, donde existía una celebración de origen mesoamericana y registros de su práctica por parte entre otros de etnias mayas.
Mientras la variante norteamericana o la mexicana se han desarrollado en un claro ambiente de festividad, en la España negra la tradición cristiana ha tenido un marcado carácter oscuro y superticioso.
Encontrándonos con infinitas variantes en su forma de celebración, la era de la comunicación y el mestizaje ha convertido el Día de Muertos en una fiesta sincrética, que fusiona y adopta elementos de diferentes festejos y tradiciones de manera lúdica en la que el uso o no de disfraces y golosinas no le resta trascendencia cultural.
La gran internacionalización de Halloween se produjo a finales de los 70, teniendo como punto álgido el estreno de La Noche de Halloween de John Carpenter, todo un referente del cine de terror de serie B, con imnumerables imitaciones y secuelas.
En México, donde los festejos son presididos por La Dama de la Muerte, uno de los legados más significativos son las ilustraciones de José Guadalupe Posada popularizando a ésta como La Catrina. Uno de los ritos españoles mas conocidos es La Santa Compaña, con referencias a la misma en films como El Bosque Animado de José Luis Cuerda, ambientado en la postguerra, o El Liguero Mágico de Mariano Ozores, de la época del destape con gran profusión de felpudos; o en temas musicales como A Santa Compaña del grupo vigués Golpes Bajos. Sigo la procesión con un hacha de cera, soy una parte de ellos que aterroriza la aldea.

Antonio Jesús García

Publicado La Voz de Almería 31-10-13





jueves, 24 de octubre de 2013

Qué falta de respeto, qué atropello...


Hace pocas fechas nos sorprendía la noticia del veto del ayuntamiento de Vera a la obra de teatro Estrella Sublime por bromear supuestamente sobre religión, católica, se entiende, tras ser censurada también en Écija al parecer por presiones del mundo cofrade y eclesiástico.
Al mismo tiempo, el ayuntamiento de Barcelona acaba de vetar colgar en las calles de su ciudad la imagen promocional de la muestra internacional de fotoperiodismo World Press Photo, por el simple hecho de que ésta es un retrato del torero Juan José Padilla, diestro que perdió un ojo tras una cornada.
Curiosamente los dos consistorios niegan haber practicado censura alguna y se escudan tras eufemismos tales como el de no ser adecuadas, cuando una viene avalada por formar parte del programa cultural de la Junta de Andalucía “Enrédate” y la otra tras ser galardonada en un prestigioso certamen internacional de fotografía. Que falta de respeto, qué atropello a la razón, como reza el famoso tango popularizado por Gardel.
No deja de ser paradójico que, mientras los dos consistorios andaluces gobernados por el PP (uno de ellos en coalición), vetan esta muestra teatral, Juan Manuel Albendea, presidente de la Comisión de Cultura del Congreso, considera "una censura propia de la era franquista" la decisión del ayuntamiento barcelonés.
Y por otro lado tampoco deja de ser absurdo que Barcelona, ciudad cosmopolita y adalid de libertades en algunas épocas de su historia, se atreva a algo tan mezquino y ruin como prohibir la exhibición de una imagen por el simple hecho de representar a un torero debido a su política antitaurina; mala imagen sin duda para una ciudad con una decidida apuesta por la cultura. Que resulte ofensiva la muestra de la imagen de un torero y no lo sea cualquier otra de las presentadas donde a buen seguro se muestran cadáveres, asesinatos, niños soldado y demás violaciones de derechos humanos, resulta cuanto menos preocupante. Una fotografía de un conflicto bélico no es apología de la guerra.
Siguiendo esta línea se podrían prohibir las Tauromaquias de Goya o privar a los turistas que visitan la ciudad catalana de los grabados taurinos del museo Picasso.
El lado lúdico y positivo lo encontramos en la iniciativa de varios fotógrafos en apoyo del censurado Daniel Ochoa de Olza, que, denunciando lo que consideran un ataque a la libertad de expresión, han iniciado una campaña posando a lo Padilla, es decir, con montera, sombrero o lo que sea y un ojo tapado. Movimiento viral que ha proliferado rápidamente por las redes sociales.
Que el mundo fue y será una porquería,  ya lo sé...

Antonio Jesús García

Publicado La Voz de Almería 24-10-13




jueves, 17 de octubre de 2013

Caníbal, una historia de amor


CANÍBAL, UNA HISTORIA DE AMOR

Se pueden esgrimir varias y diferentes razones por las que resulta aconsejable ir al cine a ver Caníbal, la nueva película del cineasta almeriense Manuel Martín Cuenca, paisanajes aparte, evidentemente.
Una de ellas sería la soberbia interpretación que hace Antonio de la Torre de un prestigioso sastre, a la vez que depredador,  de la alta sociedad granadina llamado Carlos. Otra es la exquisita fotografía  del film, firmada por Pau Esteve Birba, cada escena, cada plano, cada detalle, bordea la excelencia, si es que no la consigue. Prodigiosos los encuadres, la angulación de cámara; todo está en su sitio, nada sobra y nada falta. Otra sería porque, qué leches, seguro que es mejor y más provechoso que quedarse en casa hipnotizado por la televisión. O simplemente porque es muy buena, jodidamente buena.
Pero la razón más importante es la frase que figura en el cartel antes del título de la película, y justo debajo de esa fascinante y subyugadora “Pietà”, que a buen seguro habría hecho sonreír al mismísimo Buonarroti: “una historia de amor”. Es una historia de amor, la su director Manuel Martín Cuenca por el Cine con mayúsculas. Por el cine como expresión artística, por el cine que cuenta historias, que hace pensar y que conmueve. Un cine minimalista hasta la exasperación, despojado de cualquier ornamento pero meticuloso hasta el milímetro. Un amor que le hace ser honesto hasta el extremo de no realizar ninguna concesión y no permitirse la más mínima broma, ni tan siquiera algo de humor negro. Ni se hacen preguntas, ni se admiten prisioneros, a pasar por la quilla todo el mundo. Amor por un cine de claro corte europeo, donde teje a la perfección los diferentes niveles de lectura de la obra, aunando, en esta ocasión, la truculencia de la historia con una enorme carga de un castizo simbolismo religioso católico y la cotidianeidad del horror en un personaje que podría ser nuestro vecino del quinto. Probablemente lo más desconcertante de todo no sea la historia narrada, sino la madurez con que Manolo la afronta. Ese amor es el que hace que Martín Cuenca se nos presente con la sensibilidad y juicio de un gran director, facturando una cinta más propia de un maestro consagrado de más de setenta años que de alguien de su edad. Esa historia de amor por el cine de Manolo es, a su vez, la que alimenta la nuestra, la que hace que uno se reconcilie con un medio que algunos se empeñan en desprestigiar.
Concluir con una petición al caníbal Carlos, aún a riesgo de indigestión, alterar su dieta de bellas mujeres incluyendo al señor Montoro en el menú.




Antonio Jesús García

(Publicado en La Voz de Almería, 17/10/13)



Pueblos del Mundo: ¡Extinguíos!

PUEBLOS DEL MUNDO: ¡EXTINGUÍOS! La creatividad es la capacidad de generar nuevas ideas o conceptos a base de asociar entre s...