CONTAR
TUS PROPIAS MENTIRAS
Antiguamente,
cuando se escribía la biografía de alguien considerado sumamente
importante, hacía ya algún tiempo que había pasado a mejor vida. Fue el escultor renacentista Benvenuto Cellini el primero en decidir
darse el placer de contar sus propias mentiras en La
Vita, considerada una de
las grandes joyas de la literatura universal.
En
la actualidad dicha
categoría se encuentra en auge, poblando escaparates de librerías,
abundando principalmente las de políticos y de artistas, incluso
echándose en falta libros de auténticos escritores.
Especialmente
patéticas y rebosantes de autobombo suelen ser las de los políticos,
donde la falta de pudor llega a límites absolutamente ridículos,
como las Memorias de José María Aznar, en las que le falta
atribuirse el invento del telégrafo y el descubrimiento de la
penicilina.
Detrás
de cada una de ellas se adivina la presencia de lo que comúnmente
en argot se denomina negro o
escritor a sueldo. Por lo
general, bastante jugosos y divertidos suelen los relatos en primera
persona de artistas y gente del espectáculo,
especial atención
merece el rock y su mundo de excesos. Y si hablamos de rock y
excesos, los Rolling Stones ocupan un lugar destacado en las
estanterías tres autobiografías de miembros del grupo y su equipo.
Memorias
de un Rolling Stone de Ron
Wood es un compendio de anécdotas de todo tipo: delirantes,
absurdas, ridículas o dramáticas, contadas con gran dosis de
sentido del humor y trufadas de ríos de cerveza, orgías en
mansiones victorianas, cantidades industriales de estupefacientes y
buena música.
Vida
se titulan las memorias de Keith Richards, no sabemos si en homenaje
al orfebre florentino, pero en las que el viejo pirata se sincera y
no elude tratar cómo se ha ido deteriorando su relación con el
vocalista del grupo. “Es
difícil dar un concierto con un guitarrista catatónico, pero más
aún cuando está en la cárcel”, fue
la airada respuesta de Jagger.
Con
treinta años de retraso de su edición original y a raíz de las dos
anteriores se editó en España Yo
Fui el Camello de Keith Richards
de Tony Sánchez. Spanish
Tony, apodo por el que era
conocido, no sólo les proporcionaba drogas, sino que los cuidaba,
consolaba y sacaba de situaciones comprometidas. Peculiar relato que
supuso una gran traición para el orgullo de Richards que no sale
bien parado del asunto.
Cosas
que siempre quise contarte
de Miguel ríos es la referencia más cercana, un entrañable volumen
el que el granadino repasa una vida de éxitos y fracasos, luces y
sombras, donde alardea, quizás en exceso, de lo que se ha fumao
y de lo que se ha tirao a
lo largo de su carrera. Y es
que los viejos rockeros nunca mueren.
Antonio Jesús García
Publicado La Voz de Almería ((20-11-14)
Publicado La Voz de Almería ((20-11-14)
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