jueves, 20 de noviembre de 2014

Contar Tus Propias Mentiras


CONTAR TUS PROPIAS MENTIRAS

Antiguamente, cuando se escribía la biografía de alguien considerado sumamente importante,  hacía ya algún tiempo que había pasado a mejor vida. Fue el escultor renacentista Benvenuto Cellini el primero en decidir darse el placer de contar sus propias mentiras en La Vita, considerada una de las grandes joyas de la literatura universal.

En la actualidad dicha categoría se encuentra en auge, poblando escaparates de librerías, abundando principalmente las de políticos y de artistas, incluso echándose en falta libros de auténticos escritores.

Especialmente patéticas y rebosantes de autobombo suelen ser las de los políticos, donde la falta de pudor llega a límites absolutamente ridículos, como las Memorias de José María Aznar, en las que le falta atribuirse el invento del telégrafo y el descubrimiento de la penicilina.

Detrás de cada una de ellas se adivina la presencia de lo que comúnmente en argot se denomina negro o escritor a sueldo. Por lo general, bastante jugosos y divertidos suelen los relatos en primera persona de artistas y gente del espectáculo, especial atención merece el rock y su mundo de excesos. Y si hablamos de rock y excesos, los Rolling Stones ocupan un lugar destacado en las estanterías tres autobiografías de miembros del grupo y su equipo.

Memorias de un Rolling Stone de Ron Wood es un compendio de anécdotas de todo tipo: delirantes, absurdas, ridículas o dramáticas, contadas con gran dosis de sentido del humor y trufadas de ríos de cerveza, orgías en mansiones victorianas, cantidades industriales de estupefacientes y buena música.

Vida se titulan las memorias de Keith Richards, no sabemos si en homenaje al orfebre florentino, pero en las que el viejo pirata se sincera y no elude tratar cómo se ha ido deteriorando su relación con el vocalista del grupo. “Es difícil dar un concierto con un guitarrista catatónico, pero más aún cuando está en la cárcel”, fue la airada respuesta de Jagger.

Con treinta años de retraso de su edición original y a raíz de las dos anteriores se editó en España Yo Fui el Camello de Keith Richards de Tony Sánchez. Spanish Tony, apodo por el que era conocido, no sólo les proporcionaba drogas, sino que los cuidaba, consolaba y sacaba de situaciones comprometidas. Peculiar relato que supuso una gran traición para el orgullo de Richards que no sale bien parado del asunto.

Cosas que siempre quise contarte de Miguel ríos es la referencia más cercana, un entrañable volumen el que el granadino repasa una vida de éxitos y fracasos, luces y sombras, donde alardea, quizás en exceso, de lo que se ha fumao y de lo que se ha tirao a lo largo de su carrera. Y es que los viejos rockeros nunca mueren.


Antonio Jesús García

Publicado La Voz de Almería ((20-11-14)


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