jueves, 8 de octubre de 2015

Arquímedes Sobre el Tejado de Zinc


ARQUIMEDES  EN EL TEJADO DE ZINC

 Leo. Creo que es a lo que más tiempo he dedicado este verano. A veces cosas sesudas, otras mero entretenimiento. Algunas de gran calidad, otras no tanto; y en ocasiones, por qué no confesarlo, bodrios infumables. El estío es lo que tiene, que te vuelves perezoso y no seleccionas lo suficiente. Pero ante todo un gran descubrimiento, un libro de esos que marcan, de los que, como ocurre con las grandes obras, tras su lectura no vuelves a ser el mismo.

Hablo de Arquímedes está en el tejado, de Juan Pardo Vidal. Novela ambientada en el año 212 a C. en Siracusa. Vierta en una coctelera a un soldado romano nacido en Cádiz, al célebre matemático y a su hija, una buena dosis de hechos históricos, cuyas lagunas son suplidas por esplendidas fabulaciones, condiméntelo con las suficientes dosis de emoción e intriga,  junto a una porción de ciencia y otra de filosofía a partes iguales. Mezcle con delicadeza y obtendrá un inusual relato histórico donde la precisión de palabra del autor evita caer en el error que adolece normalmente el género, librándonos de la descripción una a una de las quinientas volutas de la maldita columna.

Es tal la concisión con la que Juan Pardo Vidal maneja el idioma que convierte a su creación en una especie de híbrido entre novela histórica y novela negra, pues toda ella está jalonada de una serie de certeras sentencias. Algunas dotadas de  la suficiente mala baba, que el mismísimo Abulí no dudaría en poner en boca de su irreverente Torpedo, inicialmente dibujado por Alex Toth y magníficamente redefinido por Jordi Bernet.

Haciendo una prueba de audición para Sun Records, Sam Phillips, nada convencido de lo que estaba escuchando le dijo a Johnny Cash que cantase como si fuese a morir al salir del estudio, como si fuera última vez que lo iba hacer. Ni que decir tiene que la oscura personalidad de Cash afloró a su garganta y superó la audición. Encomiable actitud esta que no solo debería ser inherente a todo intento de creación artística sino en la vida en general y que es la parece guiar la pluma de Pardo Vidal a lo largo de esta obra. Sin duda una de las características mas sorprendentesy que mayor placer proporciona, es comprobar como el escritor se juega la vida en cada frase sin misericordia ni engaños, lanzándose al vacío sin red ni protección alguna una y otra vez. Ahí su mayor virtud, sin por ello resultar pretencioso ni artificial, como si deambular por el alambre fuera su hábitat natural. Probable reminiscencia del poeta que es o que fue, aunque según el propio autor se esté quitando y solo se ponga de vez en cuando.

Y, por qué no decirlo, Arquímedes está en el tejado en manos de Paulo Coelho daría para una nueva remesa de azucarillos.

Antonio Jesús García

Publicado La Voz de Almería (8-10-15)


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