jueves, 18 de febrero de 2016

Escandalizarse es de Paletos


ESCANDALIZARSE ES DE PALETOS

En 1973 llegaba al cine Jesucristo Superestar, con un desdivinizado personaje  que no tiene nada que ver con la visión cristiana occidental. Lo del Cristo hippie en una comuna se antoja una chiquillada si lo comparamos con Tommy, lisérgica ópera rock donde El Predicador Eric Clapton  venera a Marilyn Monroe y al Jack Daniels.

Por mor de la Teología de la Liberación, las iglesias empezaban a ser frecuentadas por jóvenes melenudos, y, al margen de producir engendros de dudoso gusto  como El Credo de Elsa Baeza, a ninguna beata sexagenaria se le ocurrió ir a rezar el rosario a la puerta de una sala; como si ocurrió años después con La Ultima tentación de Cristo de Martin Scorserse.

Y no hablemos de la más que delirante Lisztomania. Ringo Starr interpreta a un papa Pio IX, con botas camperas y espuelas debajo de la sotana. Y emergiendo de una tumba decorada con una esvástica e  iconografía fascista, Wagner ejecuta a los transeúntes de un barrio judío armado con una guitarra-metralleta. Más políticamente incorrecta, imposible.

En 1969 el grupo Peps & Blues Quality publicaba el álbum Sweet Mary Jane. Como no podía ser de otra forma, la cubierta representaba a los integrantes del grupo en una plantación de marihuana. En la portada de Funky Honkey, Nasty Nigger del dúo Richard y Willye, uno de los integrantes del mismo parece practicar una felación al otro con dos títeres como testigos. Y la portada Let Them Eat Pussy de las Nashville Pussy representa literalmente eso.

La moral es cambiante y en época de crisis siempre se torna en retroceso. Lo que antes no suponía una ofensa sí lo es ahora, y en la actualidad se antoja imposible que alguno de los ejemplos mencionados pudiera haber visto la luz.

Que una propuesta artística se asuma como un escándalo, dice muy poco a favor de nuestra inteligencia. La creatividad y la imaginación deben de figurar en la base de intelectual de cualquier individuo. Frente al escándalo, debe primar la estimulación e incluso el desconcierto. Lo contario no solo implica desconocimiento, sino carencia del deseo de conocer.

Esto no quiere decir que generalmente no nos enfrentemos a propuestas de escaso calado artístico, que aprovechan la intolerancia de la audiencia para llamar la atención con banales ideas que de otra forma pasarían desapercibidas. Tal y como merecerían.


La provocación intelectual, esa idea innovadora que pisa terrenos no explorados y que obliga a funcionar a nuestro cerebro más allá de la zona de confort, es la que hay que abrazar con alegría. Por el contrario, escandalizarse es de paletos.


Antonio Jesús García

Publicado La Voz de Almería (!8-2-16)

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