POR BULERÍAS
Es obvio que vivimos tiempos confusos, especialmente en cuanto a cultura se refiere, donde la mediocridad y la falta de ideas parecen campar a sus anchas: desde el cine, donde la fiebre de los remakes parece haberse contagiado entre los grandes productores, o la literatura, donde superventas suele ser sinónimo de literatura basura, hasta la supremacía de las radiofórmulas en el ámbito musical.
Se suele decir que los grandes éxitos de ventas son los que permiten a las editoriales publicar a otros escritores de menos tirón. En Alfaguara, por ejemplo, obras que inicialmente fueron autoeditadas con éxito de ventas han empezado a publicarlas en la misma colección en la que editan a Roberto Bolaño.
Puede que esto pasase también con la música en los pretéritos tiempos en que la industria se sustentaba en las millonarias ventas de discos. No es así en la actualidad, donde la piratería ha hecho estragos, por lo que las actuaciones en directo han cobrado una vital importancia, pues el músico ha de vivir casi exclusivamente de sus bolos. Lamentablemente, bajo este panorama, instituciones y empresas organizadoras de eventos suelen recurrir a productos de alto tirón entre el público pero falto de calidad en algunos casos.
Esta situación propicia que artistas genuinos, con verdadero talento y con una creatividad e intelecto fuera de convencionalismos, al no tener acceso a los grandes circuitos, sean muy difíciles de ver. Por suerte, y gracias a arriesgadas apuestas privadas como la del pasado 10 de febrero en la sala Madchester, pudimos disfrutar de Tomasito presentando su trabajo Ciudadano Gitano.
Artista sin igual, Tomás Moreno, hijo de gitanos flamencos, realiza una fusión más que propia de flamenco con rock, funky, pop y todo lo que se le pasa por su cabeza. Evidentemente las mezclas del flamenco con el rock han existido desde hace décadas, pero probablemente nunca con el nivel extremo con que las realiza el de Jerez, pues en sus temas se adivinan a partes iguales las reminiscencias del Tío Borrico y de la Paquera con las de Jimmy Hendrix y Led Zeppelin.
De simpática anécdota carente de sentimiento se podría calificar la chapurreada versión del Muerto Vivo de Peret por parte de Metálica durante su actuación en Barcelona. Mientras, sólo un genio como Tomasito puede salir airoso y no caer en el esperpento al versionar por bulerías el Back in Black de AC/DC, donde aflora su jondo origen, como en todos sus temas, y que, a buen seguro, pondrá de los nervios a esos puristas ortodoxos que tantas puertas cierran.
Antonio Jesús García