OPERACIÓN ÉVOLE
Una de las desventajas
de vivir solo, aparte de no tener coartada si eres sospechoso de asesinato, es
no poder demostrar que nada más empezar Operación Palace, el especial de Jordi
Évole, imaginaste que era un montaje. Cuando en la presentación se dijo que a
los invitados no se les había mostrado el documental completo me recordó un
programa emitido en Canal Sur, donde se invitaba a expertos en un
determinado campo a ver un documental en el cual se revelaban asombrosos
descubrimientos sobre la materia que dominaban, seguido de una tertulia donde
éstos flipaban con la trascendencia de las nuevas noticias y se les comunicaba
que todo era falso. Casi linchaban al moderador, por eso duró en antena muy
pocas semanas.
El inicio del programa de
Como dos y dos suelen ser cuatro decidí apagar el televisor y seguir leyendo una novela de Templarios, que, como el programa de Évole, era pura ficción basada vagamente en unos hechos históricos, pero sin pretender embaucar a nadie pues lo indicaba en la portada.
El género del falso documental no es nuevo, su antecedente histórico más conocido es la emisión en directo por radio de una invasión extraterrestre por parte de Orson Welles en su recreación de
Hito del falso documental es Holocausto Caníbal, donde un grupo de rescate buscaba a unos documentalistas desaparecidos, mientras intentaban filmar a una supuesta tribu que practicaba el canibalismo, pero sólo encontraban el material que habían filmado hasta su desaparición.
Incluso Peter Jackson ha sucumbido a la tentación con
Algo parecido, pero con menos gracia sin duda, se podría calificar el papel de algunos políticos en los telediarios cuando los desgraciados sucesos del 11-M, negando la autoría de Al-Qaeda. Es más, durante la exhibición en cines de World Trade Center, drama inspirado en el ataque terrorista a Nueva York, eché en falta algún plano de Acebes diciendo que también había sido ETA la responsable del atentado sobre las Torres Gemelas.
Amparado en el halo de veracidad del medio de comunicación, en todos los casos, para que el engaño funcione, es necesario un ingrediente primordial: la credibilidad del espectador. Aparte, habría que analizar los motivos que han llevado a un supuesto adalid de la verdad como el periodista de
Antonio Jesús García
Publicado La Voz de Almería (28-2-14)