EL
GOYA DE ADOLFO IGLESIAS
Pasadas
las euforias y decepciones de los premiados y nominados en los Goya,
la gala será recordada principalmente por dos acontecimientos
fundamentales.
Uno,
la vergonzosa y cobarde ausencia del Ministro de Cultura José
Ignacio Wert. Escandaloso e inconcebible resultaría que el Ministro
de Turismo excusara su presencia en Fitur, o impensable que en otro
país europeo como, por ejemplo, Francia, el Ministerio de Cultura
torpedease los César. Pero, claro, parece que aquí a la cultura sí
se la puede ningunear. Por otro lado, resulta curioso que aquellos
que hoy aplauden y justifican la espantada del ministro por no ser ni
bueno ni necesario que lo abucheen, antes veían un derecho
democrático en los gritos e insultos al presidente Rodríguez
Zapatero durante el desfile del Día de Las Fuerzas Armadas.
Dos,
el triunfo absoluto de David Trueba obteniendo seis de los cabezones
más importantes por Vivir es fácil con los ojos cerrados, rodada en
la Almería que el cineasta recomendó visitar en su discurso de
agradecimiento, aunque se refiriera a sus habitantes como lugareños.
Como
todos saben, la cinta de Trueba se inspira en la aventura de un
profesor de inglés que se desplazó a nuestra ciudad para intentar
que John Lennon le ayudase a descifrar algunas palabras de las
canciones de los Beatles. En una decisión que le honra, Trueba
invitó y sentó a su lado durante la ceremonia a Juan Carrión, el
ahora anciano profesor en el que se basa esta historia real.
El
responsable de que estos hechos sean conocidos en todo el mundo es el
periodista y filósofo Javier Adolfo Iglesias. Su trabajo, tesón y,
por qué no decirlo, cabezonería, ha visto la luz en el entrañable
libro Juan & John, donde el autor nos introduce magistralmente en
esa deprimida capital de provincias, que tan bien refleja Trueba en
su film, para preguntarse qué llevó al afamado músico a
interrelacionar el paisaje almeriense con un orfanato de Liverpool.
Aún hay a quien sorprende y tilda de paleto el empeño en rememorar
la estancia del beatle en nuestra ciudad. Llamativo resulta que estas
dudas y reticencias sólo se manifiesten ante un músico de rock,
mientras que, por el contrario, se ve de obligado cumplimiento
solemnizar la visita de algún literato, por muy tangencial que fuese
ésta. Eso por no hablar del hecho de dedicarle una avenida a un
torero cuya mayor relación con el municipio es precisamente asistir
a la inauguración de la misma.
Por
eso y por otras muchas otras cosas de esos Goyas que tanta
implicación almeriense tienen, producción, extras, escenarios,
etc., una pequeña parte de cada uno, al menos simbólicamente,
le pertenece a Adolfo Iglesias, aunque su nombre no fuera pronunciado
ni una sola vez en toda la ceremonia. Felicidades, compañero.
Antonio
Jesús García
Publicado
La Voz de Almería 20-2-14
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