LA FOTO DE ADOLFO
SUÁREZ
Los
recuerdos se anclan en nuestra memoria mediante imágenes, después intentamos
explicarlos con palabras, pero el concepto primigenio suele partir de una
imagen. La fotografía, qué duda cabe, es maestra en estas lides, especialmente
por su papel evocador. Cuántas tomas forman parte del imaginario colectivo por
su capacidad de concitar ideas que simbolicen y concreten una época determinada
como Muerte
de un Miliciano de Robert Capa, Alzando la Bandera en Iwo Jima de Joe
Rosental o El Che de Alberto Corda. En la iconografía patria se podría
destacar el famoso Baño de Fraga en
Palomares de Tomás Lorente Abellán o Tejero
en el Congreso el 23-F de Manuel Pérez Barriopedro.
Una
de las fotos representativas que nos ha quedado de Adolfo Suárez es la del ex
presidente del Gobierno y el rey Juan Carlos de espaldas paseando juntos, publicada por todos los medios de
comunicación el 28 de julio de 2008 y tomada por su hijo Adolfo Suárez Illana. Una foto totalmente preparada en el jardín de
su casa, que el autor realiza a buen seguro tumbado sobre el césped
fotografiando a los dos sujetos de
espaldas, y que quisieron vender como el de dos camaradas compartiendo
recuerdos e intimidades, obviando por completo que uno de ellos,
desgraciadamente, no se encontraba en las condiciones mentales necesarias para
ni tan siquiera reconocer al otro. Que este burdo montaje resultara ganador del
Premio Ortega y Gasset a la Mejor Información Gráfica, representa todo un
insulto a la profesión de informador gráfico y a todos los que la ejercen
diariamente, muchas veces a riesgo incluso de sus propias vidas.
Tras
el fallecimiento del ex-presidente de gobierno Adolfo Suárez y ante la
insistente cobertura mediática del acontecimiento y tanta imagen protocolaria y
sentimentaloide, se ha echado en falta una visión más poliédrica y simbólica a la altura de los ejemplos antes
citados. La toma realizada por la magnífica fotógrafa Marisa Flores, que
representaba al aún presidente del gobierno absolutamente solo y abandonado en
la bancada del congreso, fue portada del diario El País y dio la vuelta al
mundo, y quizás sea su imagen más significativa, aunque haya sido prácticamente
invisible durante estos días en todos los medios. Se dice que no hay muerto malo ni novia fea
y, en este caso no iba a ser menos, evidentemente, pero resulta francamente
paradójico escuchar y ver tan innumerables loas y panegíricos por parte de las
mismas personas que con su deslealtad, abandono y traición contribuyeron de manera inestimable a que esa
imagen de soledad fuera posible. La izquierda nunca le perdonó su pasado
franquista y le derecha el haber dejado de serlo.
Antonio
Jesús García
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