AL
ABORDAJE. UNA DE PIRATAS
El
valor de un símbolo puede evolucionar de tal forma que llegue a adquirir un
significado opuesto al de su origen. Un ejemplo significativo lo podemos
encontrar en la Jolly Roger, típica
bandera pirata. Aunque existieron multitud de variantes con espadas, pistolas,
esqueletos, etc., la negra con la calavera y dos tibias cruzadas en blanco es
la mas popular. Enarbolarla ante la presencia de otro navío suponía una
invitación a no ofrecer resistencia o atenerse a las consecuencias; (salvo que
este otro estuviera tripulado por ciertos irreductibles galos, claro).
Un símbolo, como representación de peligrosos criminales.
Salgari,
Verne o Sabatini poblaron las novelas de aventuras de corsarios y marineros con
loro al hombro. Acogiendo Hollywood el producto entre sus brazos en los años
veinte con filmes como El Capitán Blood o El Gavilán de los Mares; ambas
revisitadas mas tarde por el galán del género Errol Flynn. En 1947 un buen número de ex militares
norteamericanos, recién llegados de la II
Guerra Mundial con sus motos, circulan de un extremo a otro del país.
Propiciando una vez mas el resurgimiento del héroe romántico, el fuera de la
ley, alimentado por una clara y reconocible iconografía. No es nada nuevo, a lo
largo de la historia podemos encontrar una innumerable serie de héroes de,
cuanto menos, ambiguas intenciones, desde Robin Hood, Curro Jiménez o el
mismísimo Keith Richards.
La
bandera pirata comienza a exhibirse en chalecos, cazadoras y carenados de estos
nuevos centauros. Pero el fuera de la ley
evidentemente no vive fuera de la sociedad, y esta utiliza esa imagen para
hacer negocio. De calaveras en opulentos anillos y otros complementos lucidas
por estrellas del rock y del celuloide en portadas de discos y revistas, pasamos
a Disney haciendo pasta con Jack Sparrow. La prueba definitiva de la
banalización de símbolo lo encontramos en la abusiva utilización del estampado
de cráneos en cualquier tipo de prenda, desde las de cierto glamour y lucidas,
por ejemplo, por Kate Moss, a la pedrería hortera de choni de mercadillo. No es la primera vez, Chanel ha hecho santo y
seña de su interpretación de las cadenas punks.
La
vuelta de tuerca la da en el artista Damien Hirst y su obra For the Love of God, una calavera de
platino con 8.601 diamantes incrustados y cuyo coste de producción ronda los
veinte millones de euros. De la banalización total al exclusivismo mas
absoluto. Para otra ocasión dejaremos un casos mas desconcertante, el de las
adolescentes que se tatúan el conejito
de Playboy.
La
imagen del forajido es un icono romántico que representa nuestra oposición al
sistema alentado desde la infancia. La
vida pirata es la vida mejor, sin trabajar, sin estudiar, ron, ron, ron, la
botella de ron.
Antonio
Jesús García
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