ROCK ANDALUZ (A Manuel Molina)
Conocida es la eclosión cultural, sobre todo musical,
acontecida durante la década de los 80 en España. Ésta no dejó de ser como
ajustar una cuenta pendiente, suponiendonos la misma explosión de libertad que trajo
consigo para el resto de Occidente el Verano
del amor, en San Francisco, 1967, o el Mayo
francés de 1968. Puestos a perdernos revoluciones también nos perdimos la
del fin del absolutismo, y esa si que
es mucho más difícil de recuperar, más que nada por lo poco bien visto que está
el hacer rodar cabezas.
Mientras en los 70 en el territorio nacional predominaba musicalmente la
copla y sus sucedáneos y un pop-rock amable, junto a los denominados cantautores
y la canción protesta, en Andalucía, más concretamente en Sevilla, se gestaba
una auténtica revolución musical de la que no se ha escrito tanto.
A modo similar a como había ocurrido años antes en el
puerto de Liverpool, la cercanía de las bases americanas de Rota, Morón y San
Pablo, con marineros dispuestos a intercambiar sus pertenencias a cambio de un
beso en cada puerto. Militares que portaban en sus petates vinilos con música
que no se editaría por aquí hasta diez años después y dietilamida de ácido lisérgico o LDS. Dos elementos necesarios que propiciaron la
contaminación entre las bandas de rock locales y la música que sonaba al otro
lado del Atlántico.
La incorporación a las estructuras del rock y pop de conceptos y ritmos procedentes del flamenco, de voces
andaluzas o la introducción de palmas o guitarras flamencas realizadas por grupos como
Gong o Smash, junto a nombres como Silvio Fernández, Gualberto García, Julio
Matito, Jesús de la Rosa o Manuel Molina alumbraron lo que se conocería como Rock andaluz y, por tanto, ligado fuertemente al
sentimiento andalucista de los años 70. Anteriormente, en 1966, el maestro
Sabicas ya había mezclado de forma inusual el flamenco y el rock en Rock Encounter.
Alguien definió el rock progresivo andaluz como lo que haría King
Krimson si fuera de Sevilla. La segunda mitad de los años 70 fue la más fructífera
siendo encabezada por Triana, al surgir multitud de grupos como Cai o Imán,
añadiendo además referencias y acentos de al-Ándalus.
La leyenda del tiempo, de 1979, de Camarón de la Isla acompañado de Gualberto, Tomatito,
Veneno, etc., es probablemente uno de los discos, junto a Omega de Morente y Lagartija Nick, más importantes de la historia
del flamenco, que demostró, una vez más, el nefasto papel que sobre la
creatividad han ejercido los puristas y ortodoxos a lo largo de la historia.
Por no hablar de las consecuencias que la consanguineidad ha tenido sobre las
casas reales.
Antonio Jesús García