ELEGANTE Y ANIMAL
Motivo de celebración es el poder contemplar en la
sede del Centro Andaluz de Fotografía Vanessa
Winship, la muestra de la fotógrafa británica producida por la Fundación
Mafre. Considerada una de las fotógrafas mas reconocidas del panorama
internacional y cuenta en su haber con numerosos galardones, en 2011 se convirtió en la primer mujer en
obtener el prestigioso Premio Henri-Cartier
Bresson.
Al margen de la
gran capacidad de emoción y sobrecogimiento de que está dotado su trabajo, el
discurso se complementa con una puesta en escena casi perfecta, fruto de la colaboración
entre la artista y Carlos Martín, el comisario de la muestra. La ambiciosa
exposición a modo de retrospectiva abarca las todas las etapas de trabajo de la
fotógrafa distribuidas en pequeñas agrupaciones de imágenes de diferentes
formatos y tamaños que funcionan a la perfección tanto a nivel individual como
de conjunto. Hecho este que unido a la ausencias de unidireccionales pies de
foto y de cartelas explicativas permite al espectador una lectura libre,
individual y única de la muestra y de las imágenes.
Al igual que
en Blow-Up, la película de Antonioni basada en el relato Las babas del diablo de Julio Cortázar e inspirada también en la
vida del fotógrafo David Bailey durante el llamado Swinging London, donde un fotógrafo al ampliar unos negativos
descubre algo que le llama poderosamente la atención, las imágenes de Vanessa
Winship no solo están abiertas a múltiples lecturas sino que invitan al
espectador a sumergirse en las mismas y encontrar infinidad de claves.
Una obra que
aun bebiendo de las fuentes del documentalismo tradicional está impregnada de
modernidad. La identidad, la tierra, el arraigo, o la usencia de él; la
volatilidad de las fronteras o el género son tan solo algunas de las claves que
subyacen en un trabajo que te atrapa, con un nudo en la garganta, como un beso
fronterizo elegante y animal.
Cierra la
muestra la serie Almería, donde
encontraron oro, inspirada en Campos
de Níjar de Goytisolo, otra vez Goytisolo y su alargada sombra, y en el
desolador paisaje de la agricultura intensiva. La serie, encargo de la
Fundación Mapfre, muestra ese no-lugar
que es el invernadero como una metáfora de inestabilidad y vulnerabilidad. En ella, Cabo de Gata, las canteras
de Macael o las ramblas y desiertos de Tabernas no distan en esencia tanto de
los Balcanes o el Mar Negro.
Si en su
periplo por Estados Unidos se centró entre otras cosas en esos edificios en
desuso que fueron y ya no son; los que iban
a ser y no fueron, esa infinidad de construcciones fantasmas que nos ha
dejado la crisis, podría ser su próxima inspiración.
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