LOS TIEMPOS ESTÁN CAMBIANDO
Corría el año 1963
cuando el conocido y mal encarado cantante Bob Dylan componía uno de esos temas
destinados a ser un himno generacional, The Times They Are a Changin’. El
tema, visto normalmente como un reflejo de las brechas intergeneracionales y
figurando en el número 59 de la lista de las 500 mejores canciones de todos los
tiempos según la revista Rolling Stone, no está exento de controversia desde
que en 1996 el señor Zimmerman cediera la canción para una campaña del Banco de
Montreal.
El ahora presente más tarde será pasado, el orden se
desvanece rápidamente y el primero ahora más tarde será el último porque los
tiempos están cambiando, o algo así, podría ser una traducción de los versos de
Dylan, que servirían para ilustrar la esperanza e ilusión instaurada en la
calle a tenor de los últimos resultados electorales donde las candidaturas
ciudadanas han dado un vuelco al panorama político.
Menospreciados en
infinidad de ocasiones y desafiados por otros representantes políticos a
presentarse a las elecciones en vez de protestar en las plazas, el movimiento
ciudadano 15-M, surgido a partir de la acampada espontánea en la Plaza del Sol
tras la convocatoria de la manifestación del 15 de mayo de 2011, empieza a
cobrar sus frutos.
Entre punkarra y
rockabilly era la descarada versión con la que el cantante Loquillo firmaba su
debut musical en 1981, cuya letra Padres
y madres de esta nación no critiquéis lo que no comprendéis, dad paso a esta
situación o acabaremos con vuestra institución, sería una estupenda
ilustración del grado de inoperancia y torpeza mental en el que han permanecido
ofuscados, hasta ahora, la inmensa mayoría
de las fuerzas y dirigentes políticos, ajenos completamente a lo que se
les venía encima.
La sentencia emitida por
el británico H. G. Wels en su novela La máquina del tiempo, No hay inteligencia allí donde no hay cambio
ni necesidad de cambio, se muestra más esclarecedora que nunca; aunque, a
tenor de su reacción tras las elecciones, algunos conocidos dirigentes parecen
haberse declarado abiertamente marxistas, pero no en honor a Karl, sino al
simpar Groucho, Estos son mis principios,
pero si no les gustan tengo otros.
Por suerte, parece que los
días de hacer política de escasa altura moral, donde ha imperado ese estilo
deshumanizado y torticero al que estábamos acostumbrados van a pasar a mejor vida,
en pos de una política de colaboración, de entendimiento y de sumar en vez de
restar. Para celebrarlo mas de uno recurrirá a Ketama, el grupo precursor del flamenco
fusión, y a su mayor éxito, No estamos
locos, que sabemos lo que queremos.
Antonio Jesús García
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