ENSEÑANDO LOS PEDROCHES
Importante la polémica suscitada por
el vestido lucido por una presentadora de televisión durante las campanadas de
fin de año. Por un lado, hay quién mirando en el espejo de otras culturas lo
esgrime como un triunfo de la libertad de la mujer. Y quién lo ve como una
degradación de género, en la que, voluntariamente, se reduce a mujer objeto.
Mal vamos si la liberación de la
mujer se reduce a que se hable de su cuerpo y su vestido y no de su hacer
profesional. Evidentemente todo el mundo es libre de elegir el atuendo que le
venga en la real gana, aunque cabría preguntarse si en este caso es consciente
de que al pretender que se hable de lo que enseña en vez por su trabajo, como
mínimo se está devaluando profesionalmente.
En absoluto es criticable el uso que
de la moda se quiera hacer, pero si lo es el hecho de interpretar un papel
donde se pormenoriza su inteligencia o astucia en comparación con la de su
homólogo masculino, que además va vestido de traje. El esquema no es nada
nuevo, una mujer ejerciendo de florero junto a un hombre contratado para
ejercer su profesión.
El problema no estriba en que esta
señora enseñe las bragas, las tetas o el mismísimo felpudo, sino que realiza el
papel de tonta del bote. Exactamente el de tonta del bote enseñando las bragas.
Lógicamente mostrar cacho no exime de cerebro, lo triste es que ellas,
gustosamente, se presten a interpretar ese papel. A la mujer para ejercer su
profesión y triunfar no le basta con su inteligencia y buen hacer, además debe
de ser guapísima y lucir un físico de escandalo, mientras que a sus compañeros
masculinos de profesión nadie los juzga por ser altos o guapos.
Existen multitud de informativos en
televisiones de todo el mundo que aumentan su share de audiencia a base de
presentadoras semi desnudas. Esto no sucede solo en el ámbito televisivo,
Shakira, Beyonce, Miley Cyrus y tantas otras, juegan a ser cantantes al tiempo
que pretenden incrementar sus ventas mostrándose tremendamente sexuales.
Manifestaciones cotidianas de
machismo, reforzadas continuamente por determinados periodistas y medios de
comunicación, como Antonio Burgos, columnista de ABC, quien desde las páginas
de ese diario no duda en recurrir al insulto y llamar tiorras, feas, horrorosas y
antiestéticas a las líderes de la CUP y Bildu. El insulto es el recurso
fácil de quien carece de argumentos sólidos, o como dijo Quevedo: El insulto es la razón de quien razón no
tiene. Calificar a una persona por su belleza o ausencia de ella, no solo
es una muestra de mal gusto y una falta de educación, sino que al hacerlo sobre
una mujer es una forma de legitimación de violencia machista, por mucho que
después una se empeñe en ir por ahí enseñando los pedroches.
Antonio Jesús García
Me ha gustado este artículo.
ResponderEliminarMuito obrigado.
Gracias
ResponderEliminar