HUELGA DE PADRES CAÍDOS
La Confederación Española de
Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (Ceapa) ha instado a las familias
de las distintas comunidades autónomas a negarse a hacer las tareas escolares
durante los fines de semana del mes de noviembre e invitando a los padres a
justificarlo con argumentos tan peregrinos como haber priorizado las
actividades familiares sobre los deberes escolares.
Al margen de no parecer muy edificante
educar a los hijos bajo valores como la insumisión y dejando a un lado el más
que posible necesario debate sobre deberes sí o deberes no, a esta
Confederación no parece preocuparle en absoluto que España sea de los países de
la Unión Europea que más ha recortado en educación durante los últimos años. El
aumento de ratio por alumnos en clase, el cambio de condiciones para la
concesión de becas, la reducción de presupuesto o eliminación de diferentes
ayudas no parecen ser motivo suficiente de protesta alguna.
Los mismos padres no dudan en saturar a
sus hijos de actividades extraescolares inscribiéndolos en cursos de lucha
grecorromana, sexar ornitorrincos o tocar la flauta dulce con el pie con tal de
tenerlos ocupados, reniegan de echarles una mano a la hora de reforzar y
estimular su aprendizaje, porque además se trata de eso, de ayudarles
puntualmente, cuando ellos lo necesiten, no de hacérselos. Optándose, una vez
más, por menoscabar la figura del profesor y menospreciar su autoridad. Si mi
padre me dice que no le haga caso en esto, ¿por qué voy a hacérselo en otros
casos? Esta parece ser la gran enseñanza aprendida en esta batalla.
Por si fuera poco, una conocida marca
de ensamblaje de muebles se une a la causa con una oportunista campaña
publicitaria: Salvemos las cenas. Menos deberes y más cenas en familia.
Culpando, poco más o menos, a los deberes escolares de todos los males habidos
o por haber. Camuflado bajo una importante capa de buen rollito, el mensaje
subyacente no es otro que el de menos hacer deberes y más gastarse la pasta en
los grandes almacenes, que así seréis más felices.
La acción de la Ceapa implica
perversamente otra lectura, la de propiciar la incultura; que el alumno al
salir de clase desconecte el cerebro de toda actividad intelectual.
Curiosamente, esta guerra sólo es con la enseñanza pública, mientras que en la
privada no sólo es lícito encargar tarea sino además si se tercia colgar del
palo mayor a quien desobedezca. Sin dudar de toda la buena intención que estos
señores pudieran tener, no deja de sorprender lo dispuestos que estamos siempre
a comprarle las armas al enemigo.
Antonio Jesús García
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