ES SOLO CINE, PERO ME GUSTA
A finales de los años setenta e inicio
de los ochenta tenía lugar lo que bien podría ser la primera etapa del Cine
Club Universitario. Matinales sesiones de sábado con proyecciones en la
pantalla del desaparecido cine Liszt. Para un imberbe joven de 13 años
resultaba casi tan espectacular y atractivo el ambiente bohemio con
proliferación de cabellos largos y monturas de gafas redondas, tan habituales
entre los jóvenes pseudo hippies de ambos sexos que solía conformar el
público asistente, como el film en sí mismo.
Especial recuerdo albergo del día de la
proyección de Pink Floyd: Live at Pompeii, una especie de documental dirigido
por Adrian Maben, grabado en1971 en el anfiteatro en ruinas de Pompeya, Italia,
cuando a esas horas de la mañana el estado de los ojos de los asistentes
delataba ir lo suficientemente a gustito como para estar en sintonía con la
psicodelia de la cinta.
Desconozco cuántos de los fieles
espectadores de aquella sala de la calle Torres lo siguen siendo del Apolo en la
actual etapa del Cine Club. En una ciudad donde las propuestas culturales
nacen, crecen, se arrugan y mueren, hasta nueva orden, ocasionando el
desconcierto y desazón de un público que se siente maltratado ante la falta de
continuidad, ya sea Festival de Jazz, de Cine o de Títeres, es absolutamente
encomiable que esta etapa haya alcanzado quince años de éxito y continuación.
Quince años de gestión, de programar un
tipo de cine vetado en las salas comerciales de la ciudad y que, a pesar del
éxito, sufre el maltrato y menosprecio de hasta sus propios patrocinadores. Por
si no fuera suficiente la incomodidad de los asientos y la falta de visibilidad
de algunas localidades, no se respeta el día de proyección, estando éste sujeto
a otras variables con el consabido despiste para el personal.
Por qué, a pesar de las incomodidades y
de las supuestas facilidades para poder visionar las películas por otras vías,
la sala suele completar aforo y hacerse con una entrada empieza a ser una
cuestión sólo al alcance de los muy iniciados.
La respuesta la tiene Luis Alberto de
Cuenca en boca de Javier Gurruchaga, con un tema para la banda sonora de Bésame
Tonta, un despropósito absoluto de película protagonizada por el líder de la
Orquesta Mondragón junto a Paola Dominguín y dirigida en 1982 por un tal
Fernando González de Canales, del que no se conoce ninguna referencia más, con
guión firmado por el mismísimo Rafael Azcona: Es solo cine, pero me gusta. Memorable homenaje al cine a través de
los títulos de crédito de la película.
Antonio Jesús García
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