TI
RI TI TRUMP
Donald
Trump es un excéntrico multimillonario al que parece darle todo
igual. Ya durante la campaña electoral que le llevó a la Casa
Blanca constató que podía decir y hacer lo que le viniera en gana
sin sufrir penalizaciones ni desgaste alguno. De carácter charlatán,
no duda en cargar contra todo aquello que no le gusta y por lo que
discrepa, mechando su discurso de frases racistas, xenófobas,
machistas y demás connotaciones peyorativas que uno se pueda
imaginar.
Entre
expectante y conmocionado anda el personal tras sus primeros días al
frente de la administración estadounidense. Intensa primera semana
durante la cual el recién nombrado presidente no ha hecho otra cosa
que cumplir lo que había prometido durante la campaña electoral.
¿Dónde se habrá visto semejante pardillo? En España todo el mundo
lo tiene claro, políticos y votantes, las promesas electorales están
para no cumplirlas.
Una
de las medidas más denostadas es la construcción de un muro con
México. Durante su campaña utilizó como ilustración imágenes de
la valla de Melilla. De momento, al ingenuo aún no se le ha ocurrido
hablar de las concertinas, esas bobinas de cuchillas instaladas en
Ceuta y Melilla con las que se desangran los incautos al intentar
abordarlas. Donde hay que reconocer que ha estado sembrado ha sido en
lo de pretender cobrar el muro a los mexicanos; ya se le podía haber
ocurrido a Montoro, en lugar de rescatar bancos a fondo perdido.
El
magnate norteamericano desprecia a la prensa y sus primeras
intervenciones no han estado exentas de polémica. Principiante. Con
lo fácil que es dar ruedas de prensa parapetado tras una pantalla de
plasma.
Tachado
de poseer poco bagaje intelectual, entre las películas favoritas del
presidente americano figuran algunas de dudoso gusto. Mariano Rajoy
directamente no ve cine.
A
Trump, según él mismo dice, lo ha acompañado durante toda su vida
una vieja Biblia, un regalo de su madre, quien fue la persona que lo
introdujo en los valores cristianos y el Evangelio. Por mucho dinero
que tenga y por muchos guardaespaldas que compongan su séquito de
seguridad, seguro que no dispone de un ángel de la guarda que le
ayude a aparcar el coche. Eso sólo se consigue condecorando a
vírgenes y santos.
Tiri
ti tran, así comienza el trabalenguas de apoyo rítmico a los cantes
por Alegrías de Cádiz. Como los cantes de ida y vuelta, el estilo
presidencial de allí, pero que parece salido de aquí. Ti ri ti
Trump.
La
verdad es que el verraco da miedo, pero lo que no se le puede negar,
entre tanta hipocresía a la que estamos acostumbrados, es de engañar
a alguien, de que no se lo vea venir.
Antonio
Jesús García
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