BUS STOP
Peatonizar el Paseo de Almería o, si fuera
necesario, optar a la capital interestelar de la tapa son sólo algunas de las
continuas ocurrencias de nuestros próceres, que aparecen publicadas en los
medios de comunicación. Peregrinas o no, según el caso, y se supone que
bienintencionadas todas, nacen con el propósito de mejorar y hacer más
atractiva la vida de residentes y visitantes de la ciudad.
Aparte de pretender incrementar el negocio
local, unos de los grandes beneficios de restringir el tráfico en las zonas
centro de las ciudades es reducir las consecuencias que el uso de tantos
vehículos privados genera: contaminación, congestión, ruido, ocupación de vía
pública, etc.
Antes de implantar esta medida, que tan positivo
impacto sobre el planeta tendría, habría que abordar otro significativo y
determinante tema: el de un servicio de transporte público de calidad. Parece
de chiste que en una ciudad tan pequeña como Almería la frecuencia de paso de
las líneas más concurridas y en jornada laboral sea de veinte minutos; y eso
por no hablar de los festivos y fines de semana, donde la demora alcanza una
hora. Como para colmo te despistes un poco y uno pase con algo de
adelanto y el siguiente con un pelín de retraso, la hora quince de espera no te
la quita nadie.
Entramos en el sempiterno debate de la
pescadilla que se muerde la cola, qué fue antes el huevo o la gallina, etc.,
sobre si la línea tiene ese horario porque es deficitaria, o si es deficitaria
por el horario que tiene, pero se antoja cuanto menos ridículo el pretender que
un horario de ese tipo pueda resultar atractivo.
La situación repercute también directamente
sobre el entramado cultural de la ciudad. Un turista que se encuentre visitando
el Centro Andaluz de la Fotografía en la calle Pintor Díaz Molina y que
pretenda hacer lo propio con la Casa del Cine en el Camino Romero deberá hacer
una ingeniería en telecomunicaciones para saber cómo llegar a la misma. Lo de
los horarios de las líneas de otras zonas no tan céntricas lo dejamos para
mejor ocasión.
El problema de comunicación almeriense es doble,
dificilísimo hacerlo en el interior y casi imposible hacerlo con el exterior.
Nos empeñamos en demandar el AVE para nuestra
ciudad sin ser capaces de contemplar otros planes alternativos como vuelos
subvencionados y sin reparar en que, al ritmo que llevamos, cuando la línea de
alta velocidad se instale la provincia estará tan desfasada y anticuada como el
Talgo Almería-Madrid de la actualidad. Mejor empezar ya a solicitar el
teletransportador molecular y así vamos ganando tiempo.
Antonio Jesús García
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