A VUELTAS CON LA MOVIDA.
“Rockeros insurgentes, modernos complacientes.
Un análisis sociológico del rock en la Transición 1975-1985” es
el título con el que el sociólogo Fernán del Val arremete contra uno de los
grandes mitos de la Transición: La Movida. Resulta ya un tema más que
recurrente, el intentar demostrar la implicación del Partido Socialista en la
misma y reducirla a un bluff propagandístico carente de talento.
Partiendo de la base que hay
voces autorizadas como las de los críticos Jesús Ordovás y Diego A. Manrique
que niegan rotundamente que la movida fuera un invento del PSOE, cabría
preguntarse ¿qué habría tenido de malo ello?, ¿por qué no habría estado bien
hacer florecer la cultura en un páramo de país tras cuarenta años de dictadura?
Si damos por cierta la ecuación, en todo caso, se le tendría que agradecer el
haber obrado el milagro.
No estaría de más el
preguntarse si este reiterado cuestionamiento no obedece a una orquestada
campaña que trata de deslegitimar todo lo positivo que huela lejanamente al
PSOE. La derecha sabe que sigue siendo el enemigo a batir. Lamentablemente, las
alternativas de nuevo cuño no les suponen una
amenaza seria, pues, por más cargados de razón que puedan estar sus
argumentos, ellos mismos se cortocircuitan con su errático discurrir y, por
cada paso que avanzan, retroceden dos.
El título, ya de por sí,
debería haber mosqueado a cualquiera de los entrevistados participantes, o
cuando menos preguntarse por el calificativo de “modernos complacientes”. No
deja de ser significativo que la mayoría de estas críticas vienen de personajes
que en su momento disfrutaron de esas supuestas prebendas sin decir esta boca
es mía, y ahora van por la vida de pobres víctimas de los “pérfidos” políticos.
El calificativo de “estómagos agradecidos” solo les alcanzó mientras en las
bandejas había langostinos.
Puede ser entendible la
campaña orquestada, pero asombra la capacidad del personal para echar tierra
sobre sí mismo y su trabajo, en vez de celebrar que, al menos, gracias a esos
políticos, tuvieron la oportunidad de
hacer algo en su vida. Parte del desprestigio que sufre la Movida radica,
también, en lo poco que supieron evolucionar después. Excepto Loquillo,
Almodóvar y poco más, la mayoría se ha convertido en una triste banda tributo
de sí mismo y, para colmo, despedirte así, como arrepentido.
Según la tesis, por culpa
de las subvenciones se retrasó la industria musical, pero de la pasta ganada y
los discos vendidos no se quejaba nadie. Políticamente es mucho mejor lo de ahora,
malversar fondos a cuentas en Suiza.
Antonio Jesús García
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