AL RICO ISÓTOPO RADIOACTIVO
Ya es oficial, Almería ha sido proclamada Capital Española de la
Gastronomía 2019. El jurado ha valorado
especialmente de la gastronomía almeriense, entre otras cosas, combinar mar y
tierra, la excelencia de sus productos, y la convivencia de la tradición y la innovación.
Razones tan absolutamente generales que nos hermanarían con diez mil ciudades
en todo el mundo.
Nada que objetar al duro trabajo
realizado por el Ayuntamiento para impulsar una candidatura que ha sido respaldada
tanto por los ciudadanos de a pie, como por los profesionales de la hostelería y
por otras instituciones. Es innegable
la importancia económica y turística que la gastronomía tiene en España, y una
distinción de este calibre debería llevarnos a reforzar nuestra imagen
turística.
En anteriores ediciones los elevados
gastos del canon de participación junto
a lo invertido en las campañas y actividades realizadas, fueron ampliamente
rentabilizados gracias al gran impacto
económico que para la ciudad designada como capital gastronómica supuso el incremento
de turistas.
Nuestra ciudad dispone de todos
los ingredientes necesarios para conseguirlo también. Todos menos uno, el más
importante: la comunicación. Si
queremos equipararnos a ese tipo de ciudades, debemos reunir las condiciones necesarias
para poder hacerlo, para que los turistas puedan acceder fácilmente a nuestra
localidad. La Alta Velocidad o el Corredor Mediterráneo son entelequias de las
que llevamos décadas oyendo hablar sin observar cambio alguno. Lo de la
comunicación ferroviaria es de risa, y del precio de las aerolíneas, mejor ni
hablar. Mientras esto no se solucione la
capitalidad gastronómica o cualquier evento parecido, se quedará en algo
meramente endogámico. Los almerienses no necesitamos una campaña que nos
descubra las virtudes de la tapa, lo bueno que está el queso viejo de El Puga o
lo increíbles que son las patatas a lo pobre con huevo del Quinto Toro.
Por si esto nos pareciera poco, hace tan solo unos días se ha
conocido que el Centro de Investigaciones Energéticas,
Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) ha trasladado 1500 kilos de material
radiactivo a Palomares. Aunque parece ser que estos residuos no pueden tener
consecuencias reales respecto a la contaminación de productos alimentarios, esta
operación realizada en 2016 y que supone una falta de respeto a los almerienses
y a nuestra dignidad, no se nos antoja como la mejor forma de estrenar
capitalidad gastronómica alguna. Al rico isótopo radioactivo.
Antonio Jesús García
Publicado La Voz de Almería
(1-11-18)
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