UN PAÍS
SURREALISTA
Ideologías
y credos personales aparte, se hace difícil entender que
instituciones como la iglesia y el ejército llegan a comportarse de
forma surrealista. Prueba de ello son actos como el calificar de
milagro el hecho de que una talla de madera flote (si fuera de
alabastro lo entendería, pero...) o el arrestar enseres o cosas,
como en un cuartel que, para gastar una novatada, metieron a un
recluta en una taquilla cerrada con llave, lo arrojaron a la piscina
y como el pobre no era Houdini se ahogó, la solución: arrestar a la
piscina sin agua durante no sé cuántos años.
Últimamente
vemos cómo el ámbito político se ha sumado a este sinsentido. La
Ministra de Empleo Fátima Báñez se encomendó a la Virgen del
Rocío para salir de la crisis; Fernández Díaz, el de Interior, se
mostraba convencido de que Santa Teresa está siendo intercesora para
España.
Si
se nos antojasen escasas estas muestras de surrealismo, está
cundiendo la moda de nombrar a tal o cual virgen hija predilecta o
alcaldesa perpetua de la ciudad, como conceder a la Virgen del Mar la
medalla de oro de la Diputación de Almería, o nombrar alcaldesas
perpetuas de Roquetas y El Ejido a sus respectivas vírgenes a pesar
de contar con un elevado número de vecinos que no profesan la
religión católica. Moda esta al parecer instaurada por consistorios
conservadores, cuenta con adeptos entre los socialistas como el de La
Línea en Cádiz, haciendo lo propio con la Inmaculada Concepción.
Un
estado en el que los cargos se juran sobre la biblia en vez de sobre
la Constitución, con ministros que se encomiendan a santos en
público, donde la iglesia está exenta de pagar el IBI, con
funerales de estado católicos y clases de religión en la escuela
pública, y que encima se denomine estado aconfesional es de lo más
surrealista que se puede uno encontrar.
Rizando
el rizo, en un acto que haría palidecer al mismísimo André Breton,
desde el Ministerio del Interior se ha acordado conceder la Medalla
de Oro al Mérito Policial con carácter honorífico a Nuestra Señora
María Santísima del Amor. Que mientras miles de agentes se juegan
la vida diariamente si reconocimiento alguno, una distinción creada
con el objetivo de premiarlos por acciones destacadas en el
cumplimiento de su labor, vaya a parar a manos de una cofradía
resulta un agravio comparativo más que evidente. Ya en 2012 la
Guardia Civil hizo lo propio con la Virgen del Pilar. En la red está
cogiendo fuerza una petición para que los próximos condecorados
sean Mortadelo y Filemón,
aunque yo particularmente soy más de Anacleto,
agente secreto.
Antonio
Jesús García
Publicado
La Voz de Almería (13-3-14)
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