SIMBOLOGÍA BAJO BANDERA
Existe la afirmación de que en toda
película norteamericana aparece un plano con la bandera de las barras y
estrellas. Son dos las supuestas explicaciones que sostienen este axioma, una,
que se debe a una orden ministerial, y la otra, que su presencia en la vida
cotidiana es tal que acaba siempre apareciendo. Se pueden reseñar dos momentos
o circunstancias que han contribuido de manera considerable a este hecho: la
fotografía Alzado de bandera en Iwo Jima de Joe Rosenthal, utilizada por
Rooselvet en un póster para una campaña de venta de abonos de guerra, por un
lado y la ola de patriotismo desatada tras el asesinato de Kennedy por otro.
Como contrapartida existe un sector de
la población que enarbola la insignia sureña de la Navy Jack o Dixie, un
símbolo identificado inicialmente de resistencia al dominio político del norte
y que adquiere tintes xenófobos al hacer de la segregación racial la principal
reivindicación de dicha resistencia. Resulta paradójico que algunos sectores
dentro del rock and roll, música con influencias de la música negra,
exhiban orgullosamente la bandera sudista.
En España existe una clara controversia
a cuenta del estandarte nacional. Se ha mantenido el esquema adoptado en 1785
de tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de
doble anchura que cada una de las rojas, con la única variación del escudo
central a excepción del diseño adoptado de 1931 a 1939 durante la Segunda
República. La reflexión que se nos plantea aquí es que la existencia previa de
un símbolo representativo de un país y de un gobierno democrático, la tricolor,
fue derrocado y sustituido por otro desde entonces, la rojigualda, por muy
antiguo que éste sea.
Una apropiación y uso excluyente de la bandera nacional por parte de un sector de la derecha española, por ejemplo, durante las manifestaciones promovidas contra el gobierno socialista, que no solo gastaban gran profusión de banderas nacionales sino que finalizaban con el himno español, junto con la dejación por parte de la izquierda, ha propiciado que un espectro de la población no se sienta identificada con la misma, llegando este rechazo en algunos casos a alcanzar a la selección nacional de fútbol.
Para los norteamericanos profanar o
quemar su bandera es un derecho ligado a la libertad de expresión, mientras
aquí hay quien pone el grito en el cielo cuando se sustituye una bicolor por
alguna con la franja morada, aunque a buen seguro verían de mejor grado que la
sustitución fuera por la del águila.
Probablemente los mayores crímenes se
hayan cometido bajo una bandera o en nombre de una religión y las mayores
tonterías en nombre del fútbol.
Antonio Jesús García Publicado
La Voz de Almería (6-6-14)
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