¿Y TÚ DE
QUIÉN ERES?
Según el sociólogo italiano Vilfredo
Pareto en su libro Mente y Sociedad
las personas se clasifican en dos tipos, speculator
y rentier. Define al speculator no como la persona que compra
bienes con el único fin de venderlos y obtener beneficios, sino como el tipo de
persona intrépida e innovadora que está constantemente preocupada con la
posibilidad de nuevas combinaciones. Asimismo, traduce rentier como rentista, no en el sentido de persona que vive de sus
rentas, sino de personas rutinarias, que siguen siempre el mismo camino, sin
imaginación.
Pudiendo asociarse claramente al speculator con la creatividad, no cabe duda
de que la evolución de la sociedad se produce gracias al carácter inconformista
de los mismos, al estar constantemente preocupados con la posibilidad de nueva soluciones,
como contrapunto a los rutinarios rentistas, que siguen siempre la misma senda y
a quienes el speculator manipula.
Desgraciadamente, no a todos los speculator se les puede considerar benefactores de la sociedad.
Al hilo del 70 aniversario de la liberación de Auschwitz podemos recordar al
doctor Josef Menguele y sus atrocidades cometidas en pos de la ciencia. Es frecuente
que un malentendido inconformismo en el afán especulador les lleve a muchos de
ellos a cruzar la frontera y pasarse al lado
oscuro. De hecho, el cine, la televisión y la literatura nos han obsequiado
a lo largo de su historia con infinidad de malvados personajes que logran
hacerse con nuestras simpatías y fantasear con la posibilidad de que un
carpaccio de Clarice forme parte de la cena del doctor Lecter. O que el siniestro
Darth Vader se decida a hacer picadillo con el láser a su pusilánime hijo.
Por lo general, los malos de ficción
son personajes mucho mejor construidos, con más aristas, que el buenazo
pardillo. Tony Soprano, capaz de estrangular a un hombre con sus manos, pero va
a terapia, lo que genera compasión. ¿No nos parece mucho más interesante el
personaje de Luis El Cabrón que el de
Mariano?
El estereotipo de Robin Hood, robar a
los ricos para dar a los pobres, subyace a veces en esa fascinación. Originariamente
la mafia italiana surge para proteger al pueblo de los abusos de los poderosos;
todos sabemos en qué ha derivado luego. Evidentemente, este abuso es mucho más
difícil de justificar cuando está de parte del poder, de quien todo lo tiene.
Por eso, maldita sea la gracia que tienen los speculator de ingenierías financieras de dobles contabilidades,
fraudes masivos a hacienda y negras tarjetas; porque, al final, a la larga, eso
se traduce en falta de camas de hospitales, de servicios y de recursos
públicos.
Como dirían los inventores del
agro-pop No Me Pises Que Llevo Chanclas: ¿Y
tú de quién eres?
Antonio Jesús
García
Publicado La
voz de Almería (5-2-15)
No hay comentarios:
Publicar un comentario