MELODÍA DE ARRABAL
La Chanca es el
barrio más conocido de Almería, y lo es gracias a la labor de dos creadores de
talla universal. Por un lado, las fotografías de Carlos Pérez Siquier, Premio
Nacional de Fotografía, y por otro, La
Chanca, libro de Juan Goytisolo, Premio Cervantes 2014. Si a ello se le añade
el hecho de ser el barrio más antiguo de la ciudad, el haber prestado su
impronta a películas como Mando perdido,
o ser refugio en la época árabe de místicos y sufíes, se puede concluír que
pocos enclaves urbanos pueden presumir de tal activo en su currículum.
En un período en que los fotógrafos emprendían
aventuras a la busca de captar exóticas imágenes, como Werner Bischof, que viajó a Cuzco, Perú,
o a Corea desde su Zürich natal, o Marc Riboud, que retrató el hambre en el
Congo, al fotógrafo almeriense le bastó prácticamente darse una vuelta por el
patio de atrás de su casa para realizar su impresionante labor. Pocas veces la
frase de Paul Èluard hay otros mundos
pero están en este alcanzó tan pleno significado.
Este escritor catalán, ligado a la provincia no sólo
por esta obra sino también por Campos de
Níjar, aún cuando hoy todo son parabienes para con su persona, a punto
estuvo de ser declarado persona no grata en la ciudad.
El barrio de La Chanca fue asentamiento de comerciantes y pescadores en
el Siglo XI, junto a La Alcazaba y La Medina, y en sus calles se comenzó a
formar la esencia de la ciudad, quedando parcialmente destruida durante los
terremotos del Siglo XVI. Si se vislumbró algún atisbo de recuperación éste fue
dado al traste al ser bombardeada por los alemanes durante la Guerra Civil.
Auténtico punto de inflexión en la historia del
barrio, es el movimiento vecinal surgido en los años setenta y que, desde
entonces, con su trabajo y reivindicaciones, intenta sacarlo de la marginalidad
social luchando por su dignidad. El abandono y dejadez de funciones por parte
de las administraciones es más que patente; en pocos cascos históricos de
ciudades se puede contemplar semejante grado de exclusión social.
Hace tan sólo unos días un grupo de turistas que
visitaba La Alcazaba volvían sus miradas y cámaras ante sus peculiares
estructuras, alborotados, creyendo haber reconocido los escenarios naturales de
la serie El Príncipe, cuya trama
transcurre en un conflictivo barrio ceutí cercano a la frontera con Marruecos.
Presentada su candidatura en 2011 a ser declarada
Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, la falta de
infraestructuras y auténticos problemas de limpieza con una población azotada
mayoritariamente por el paro, hace presagiar que lamentablemente la espera para
su concesión sea para largo.
Antonio Jesús García
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