TIRANÍA DE LA CORBATA
El protocolo exige y manda, sobre todo en fechas
señaladas, especialmente si eres hombre. Ya seas ejecutivo de empresa,
estibador de puerto o te dediques a pasar chocolate en una la plazoleta de tu barrio
en cuanto llega una boda te enfundas el reglamentario traje de chaqueta y
corbata; y a la menor ocasión, como lleves un llamativo prendido en la solapa,
te confunden con el novio. Si eres mujer, al margen de que solo a una se le
ocurre ir con vestido blanco de cola y velo, el abanico de posibilidades que se
abre en este apartado es mucho más amplio, puedes elegir asistir al evento con
un vestido entallado, suelto, con volantes, largo, corto, de una pieza, de
varias, etc. etc. aunque últimamente, a veces, uno pueda tener la sensación de
encontrarse en una especie de Royal Ascot sin caballos por el uso y abuso de
tocados y sombreros entre el personal.
La prueba son los óscar o cualquier gala de ese tipo: toda la
atención de la alfombra roja está centrada única y exclusivamente en las
actrices, en ellas y en el modelo elegido para tan señalada ocasión, siempre
pendientes de si es de Versace, Yves Saint Laurent u Óscar de la Renta. En ellos no, en los hombres no
hace falta. Invariablemente
la única opción es el, mejor o peor cortado, traje de chaqueta y corbata,
y a no ser que seas Xavier Sala i
Martín, en color negro u obscuro.
¿Por qué tiene que prevalecer el traje y corbata
sobre todas las cosas? ¿Es más de fiar un tipo en traje y corbata que uno en
vaqueros con pendientes, anillos y tatuajes? El hábito no hace al fraile, está
claro, ya lo dice el refrán, y todo depende siempre de las personas, no de su
atuendo.
Esta chaqueta de piel de serpiente
representa mi individualidad y mi fe en la libertad personal. En Corazón Salvaje, película del excéntrico director David Lynch,
Sailor, el personaje interpretado por Nicolas Cage apelaba por vía de su memorable chaqueta a su derecho a ser diferente.
Según un estudio de la Universidad de StonyBrook, Nueva York, sentirse un marciano puede ser un claro síntoma
entre las personas con alta sensibilidad (PAS).
Ante la infinidad de conceptos de elegancia que puede
llegar a abarcar el espectro femenino, el masculino solo alcanza a la tiranía
del traje y corbata. En cualquier sarao de tronío que se precie y según el
estilo y corte del paño podemos dividir a los asistentes varones en dos tipos,
por un lado los que parecen miembros de una familia calabresa y por otro los
que asemejan ser integrantes de la banca. O sea, que según el primero vas
vestido de delincuente mafioso, o según el segundo vas de…oh, qué coincidencia.
Antonio Jesús García
Publicado La Voz de Almería (2-7-15)
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