jueves, 27 de octubre de 2016

La Imbecilidad del Mal


LA IMBECILIDAD DEL MAL

Los aliados conocían la existencia de esa especie de fábricas de las que salía humo constantemente. Incluso algunos prisioneros que habían logrado huir lo habían contado. Pero no fue hasta la publicación, una vez acabada la guerra, de unos negativos robados por Francesc Boix en Mauthausen, cuando se pudo acreditar al mundo que aquel infierno había existido.

Por lo general, la verdad siempre es incómoda y suele ser mucho más fácil mirar hacia otro lado.

No tan grave, evidentemente, pero causando gran revuelo mediático, fue el caso de las fotografías que mostraban personal militar estadounidense abusando de prisioneros iraquíes en la prisión de Abu Ghraib. 

Curiosa esta especie de patología por documentar y dejar constancia de tus fechorías, cuyo ejemplo último es el de un grupo de chicos que graban con sus móviles las violaciones que cometen.

Los nazis en teoría lo hacían por la supremacía de la raza aria. La gente de alrededor de los que idearon los campos de exterminio no se hacía preguntas, aceptaba órdenes y obedecía consignas sin cuestionar nada. Lo que Hannah Arendt definió como la banalidad del mal.

Pero estos mastuerzos, ¿por qué se graban?, ¿para presumir ante los colegas? Si no tienes pruebas de tu proeza nadie te cree. Por suerte no piensan en lo que esta grabación tiene de incriminatoria. En un sistema en el que generalmente se da por buena la mentira del violador y se rechaza la verdad de la víctima es de celebrar abiertamente este tipo de imbecilidades. Una especie de lógica perversa, o ley del karma, o como quieran llamarlo: lo grabas para presumir y terminas siendo víctima de tu propio y estúpido orgullo de macho.

Otro punto que llama poderosamente la atención es que uno de los encausados pertenezca a la Guardia Civil. Puede que seas tan descerebrado que para empezar no sepas que eso es un delito. Intuyo, imagino, que, probablemente, los de la Benemérita no deben explicarlo muy bien porque si no, no se entiende. Reconozco no tener la más mínima idea de qué tipo de test y psicotécnicos se han de superar para ingresar en el instituto armado, pero se supone que un poco se debería haber intuido. Algo no debe ir muy bien si un depravado de ese calibre puede llegar a pasar todos los filtros del sistema y lucir tricornio sin hacer saltar alarma alguna. Aunque puede que no exista ninguna que dictamine que un cabestro puede violar a una mujer por llevar minifalda.

Cabría preguntarse muy seriamente cuál es el problema, qué fallo hay, a la hora de transmitir valores, en la educación y en el sistema, si estas grabaciones son jaleadas por un coro de palmeros sin oponer ningún tipo de condena ni reparo moral a semejantes hechos.


Antonio Jesús García


Publicado La Voz de Almería (27-10-16)

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