LA IMBECILIDAD DEL MAL
Los aliados conocían la existencia de
esa especie de fábricas de las que salía humo constantemente. Incluso algunos
prisioneros que habían logrado huir lo habían contado. Pero no fue hasta la
publicación, una vez acabada la guerra, de unos negativos robados por Francesc
Boix en Mauthausen, cuando se pudo acreditar al mundo que aquel infierno había
existido.
Por lo general, la verdad siempre es
incómoda y suele ser mucho más fácil mirar hacia otro lado.
No tan grave, evidentemente, pero
causando gran revuelo mediático, fue el caso de las fotografías que mostraban
personal militar estadounidense abusando de prisioneros iraquíes en la prisión
de Abu Ghraib.
Curiosa esta especie de patología por
documentar y dejar constancia de tus fechorías, cuyo ejemplo último es el de un
grupo de chicos que graban con sus móviles las violaciones que cometen.
Los nazis en teoría lo hacían por la
supremacía de la raza aria. La gente de alrededor de los que idearon los campos
de exterminio no se hacía preguntas, aceptaba órdenes y obedecía consignas sin
cuestionar nada. Lo que Hannah Arendt definió como la banalidad del mal.
Pero estos mastuerzos, ¿por qué se
graban?, ¿para presumir ante los colegas? Si no tienes pruebas de tu proeza
nadie te cree. Por suerte no piensan en lo que esta grabación tiene de
incriminatoria. En un sistema en el que generalmente se da por buena la mentira
del violador y se rechaza la verdad de la víctima es de celebrar abiertamente
este tipo de imbecilidades. Una especie de lógica perversa, o ley del karma, o
como quieran llamarlo: lo grabas para presumir y terminas siendo víctima de tu
propio y estúpido orgullo de macho.
Otro punto que llama poderosamente la
atención es que uno de los encausados pertenezca a la Guardia Civil. Puede que
seas tan descerebrado que para empezar no sepas que eso es un delito. Intuyo,
imagino, que, probablemente, los de la Benemérita no deben explicarlo muy bien
porque si no, no se entiende. Reconozco no tener la más mínima idea de qué tipo
de test y psicotécnicos se han de superar para ingresar en el instituto armado,
pero se supone que un poco se debería haber intuido. Algo no debe ir muy bien
si un depravado de ese calibre puede llegar a pasar todos los filtros del sistema
y lucir tricornio sin hacer saltar alarma alguna. Aunque puede que no exista
ninguna que dictamine que un cabestro puede violar a una mujer por llevar
minifalda.
Cabría preguntarse muy seriamente cuál
es el problema, qué fallo hay, a la hora de transmitir valores, en la educación
y en el sistema, si estas grabaciones son jaleadas por un coro de palmeros sin
oponer ningún tipo de condena ni reparo moral a semejantes hechos.
Antonio Jesús García
Publicado La Voz de Almería (27-10-16)
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