¿PARA QUÉ SIRVE UN HIMNO?
El insomnio es lo que tiene, que no puedes dormir, y
cuando no puedes dormir pues pasa lo que pasa, que das vueltas en la cama y se
te ocurren cosas extrañas. En esas estaba cuando me pregunté ¿para qué sirve un
himno nacional? Si, ya sé que es una composición musical representativa de un
pueblo y nación que identifica y une entre sí a quienes la interpretan, pero la
verdad es que, al margen de los altos ámbitos políticos, su uso queda reducido
a las grandes victorias deportivas y a los partidos de la selección, donde se
canta por jugadores y público antes de empezar. El español es uno de los tres
del mundo que carece de letra, aunque cada cierto tiempo y de forma recurrente
surge la idea de dotarlo de ella. Ya que las letras suelen hacer referencia a grandes
gestas o batallas y, a la que nos descuidemos, ser bastante incorrectas
políticamente a base de aplastar
enemigos y esas cosas, por lo anacrónico de gesto, los intentos son fallidos. La
verdad es que, entre el de Alemania compuesto por Haydn y el de Austria por
Mozart, la chusquera Marcha Granadera desluce un poco. Incluso hubo quien
achacó los pretéritos continuos fracasos de la
roja a la ausencia de cántico nacional.
La verdad es que emociona ver y escuchar al unísono a
todo el público del Millennium Stadium interpretar La tierra de mis padres antes del inicio de un partido de la
selección de rugby de País de Gales.
Carácter intimidatorio tiene la danza maorí que los All Blacks interpretan antes de sus
partidos, la haka.
La pasada Eurocopa de
futbol pasará a la historia por Islandia, por la imagen de una especie de
descendientes de Erick el Rojo, como recién desembarcados de su drakar,
emitiendo un grito acompañado de una coreografía de palmas perfectamente
sincronizadas: ¡Auhh!
Lo curioso es que el
origen del grito en cuestión no es vikingo sino celta y que la tradición es
bastante menos ancestral de lo que aparenta.
Al parecer, hace tan sólo un par de años un equipo islandés jugó una eliminatoria
de competición europea con un equipo escocés, y quedaron tan maravillados con
el bramido con el que la afición contraria animaba a su equipo que decidieron
adoptarla como propia. De ahí a la selección nacional, de ahí a Francia y de
Francia al mundo.
Esto viene a decir que no
importa la solemnidad ni la tradición, que lo verdaderamente importante es
creérselo y hacerlo con convicción. Para nosotros, buscando algo realmente
representativo y puestos a indagar nuevos caminos se podría optar por la
coreografía de la Macarena de Los del Río, rematada con una peineta al más puro estilo
Bárcenas.
Antonio Jesús García
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