EL ESCÁNDALO QUE SE HA FORMAO
Desde
luego hay que vé el escándalo tan grande que han formao. Pero,
bueno, se puede sabé por qué se ha formao zafarrancho tan
disparatao sin vení a qué;
rapeaba Lola Flores, con letra de Rafael de León y Antonio
Quintero, y música de Manuel Quiroga en Tanguillo
de la guapa de Cádiz.
Así parecen vivir últimamente los chefs españoles, cuando la
polémica no es por una cosa, lo es por otra. La más reciente, a
cuenta de las condiciones laborales de sus stages
o becarios. Que esa es otra, en este acomplejado país, parece que si
las cosas las dices en otro idioma suenan mucho mejor.
La cuestión no
es ya solo si los becarios o aprendices deben de cobrar por su
trabajo o no, sino que las condiciones de alojamiento gratuito dejan
mucho que desear en algunos
pisos, que si, en vez de estar ocupados por pijo-aprendices de
cocinero del primer mundo, lo estuvieran por morenitos recolectores
de hortalizas en El Ejido, a buen seguro que alguna ONG habría
tomado cartas en el asunto.
Aprender de los grandes es un
privilegio al alcance de sólo unos pocos, hasta ahí ningún
problema. Cabría preguntarse por la lógica de si
para que un restaurante con estrellas Michelin sea un negocio
rentable, más de la mitad de la plantilla tenga que trabajar gratis.
Se
sobrentiende que los becarios están para formarse, sin ser parte
esencial de la producción. Si se convierten en piezas indispensables
de la misma, ya no son becarios. Si un
negocio para ser rentable, tiene que disponer de recursos gratuitos,
ya no es rentable.
Partiendo de la base de que se paga
por aprender y que se supone que ninguna de estas personas está ahí
por obligación, el debate se podría plantear un poco estéril, pero
es
un beneficio del que a su vez hay un beneficio económico. Por esa
misma regla de tres también sería un privilegio trabajar gratis en
el súper de la esquina, en el burger,
en Endesa o en el BBK.
Mejor no doy
ideas pues empieza a ser preocupante el aumento de ofertas de trabajo
a cambio sólo de comida
y techo, pero sin sueldo. Si atendemos a que se denomina trabajo a
toda aquella actividad, ya sea de origen manual o intelectual, que se
realiza a cambio de una compensación económica, nos encontraríamos
ante un nuevo modelo de esclavitud en pleno siglo XXI.
Lo realmente triste de este país es
que en tan sólo unos años hemos pasado de que para cambiarte la
cisterna, apareciera un tipo conduciendo el último modelo de BMV y
con más cadenas de oro que M. A. Barracus, a debatir sobre la
conveniencia o no de trabajar gratis.
Antonio Jesús García
Publicado La Voz de Almería (25-5-17)
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