SERIES EN SERIE
Antes de que el agente
Cooper fuera enviado a una recóndita población para investigar el asesinato de
la joven Laura Palmer, los capítulos de las series de televisión eran
autoconclusivos y la amable señora Fletcher o los golferas de Starsky y Hutch
descubrían puntualmente al asesino para que el espectador se pudiera ir a
dormir tranquilamente. En pleno boom de las series televisivas, conviene
recordar que fue Twin Peaks la serie que lo cambió todo.
Los avances tecnológicos,
las nuevas plataformas y canales de distribución, así como el cambio del modelo
de consumo por parte del espectador, han incidido positivamente en esta época
dorada de las series de televisión. La serie de Lynch había que verla, si o sí,
todo el mundo hablaba de ella; incluso en Almería, donde aun no se recibía la
señal de Telecinco, canal que la emitió por primera vez, recurríamos a los
amigos que estudiaban en Granada para que nos surtieran, en VHS, de los nuevos
capítulos. No sólo influyó en series americanas como Perdidos, sino que la
aparición del cadáver de Ainhoa Sánchez en Mar de Plástico nos recuerda
prodigiosamente al de Laura Palmer.
En la actualidad, el
fenómeno fan obliga, en algunos casos, a auténticos posicionamientos: o eres de
Breaking Bad o de Juego de Tronos. Lo de siempre, Beatles o Rolling, Madrid o
Barça, o tortilla con o sin cebolla…
Considerando a Twin Peaks
como la primera serie realmente adictiva, podemos convenir que las nuevas
tecnologías permiten autoadministrarse las dosis a conveniencia, y si nuestras
madres corrían desesperadas a la farmacia en busca del Optalidon o el Melabon,
ahora lo hacen al Netflix para bajarse la nueva temporada de Black Mirror. Pan
y circo, fútbol y toros, culebrones, realities, etc. En definitiva, el mal en
continúa evolución.
Como incondicional de
ninguna serie, propongo acercarse a ellas desde un ángulo que permita mantener
la distancia: verlas cuando te las encuentres haciendo zapping y en el absurdo
orden de la emisión de ese día, es decir, ver el capítulo octavo de la quinta
temporada, seguido del primero de la segunda y seguido del tercero de la
cuarta. De esta forma nos podemos encontrar a Carlitos Alcántara echando polvos
en un antro de la movida y a renglón seguido haciendo el monger con pantalón
corto en un coche viejo en mitad de un descampado.
Aunque siempre quedará la
opción de apagar la tele y escuchar la maravillosa BSO de Angelo
Badalamenti mientras lees Las Islas Vertebradas de Juan Manuel Gil entre el aroma
a donuts y a café y el susurro de los Abetos Douglas.
Antonio Jesús García
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