jueves, 9 de octubre de 2014

Metástasis en la Redacción



METÁSTASIS EN LA REDACCIÓN

Unas semanas antes de su fallecimiento por cáncer el cantante Pedro Pubill Calaf anunciaba la suspensión de su actividad. Numerosos son en los últimos tiempos los artistas o personajes conocidos que realizan un comunicado similar, desde el guitarrista británico Wilko Johnson o el músico japonés Ryuichi Sakamoto, por poner sólo dos ejemplos. El hecho en sí, al margen de entristecer más o menos a sus admiradores, no deja de ser un recordatorio público hacia esa enfermedad cada vez más común entre nosotros.

Algunos deciden coger el toro por los cuernos y hacer de su experiencia vital una exorcización pública de sus miedos. Como la australiana Beth Whaanga que, en colaboración con la fotógrafa Nadia Mascot, dejó fotografiar su cuerpo desnudo surcado por múltiples cicatrices, en un intento de concienciar sobre el cáncer de mama, reflejando en cada marca de su piel la huella de una lucha, de una batalla vencida. O la cineasta Susana Koska que, inicialmente, mediante el blog Soy una larva y el libro Tópico de Cáncer después, relata su experiencia con la enfermedad, donde, desterrando la cursilería del lazos rosa, se sumerge en las profundidades del dolor sin un ápice de adorno.

Lo que no resulta de recibo, bajo ningún concepto, es la bajeza moral a la que llegan algunos medios de comunicación para publicar titulares tan asquerosamente rastreros como: El separatista Peret anuncia que padece cáncer. Toda una muestra de mal gusto, falta de respeto y de sensibilidad. Como si la fama del viejo músico se debiera a una cuestión puramente ideológica.

Por desgracia no es la primera vez que un medio se ceba con alguna persona a raíz de padecer tan terrible enfermedad; en una entrevista televisiva un sacerdote llegó a catalogar de castigo divino el padecimiento del político socialista Pedro Zerolo, “un efecto de la divina providencia”, al tiempo que el presentador afirmaba “no cambiaría la vida de mi perro por la de Pedro Zerolo” mientras el predicador asentía. Vamos, que se lo tenía merecido por rojo y maricón.

No sólo nos encontramos ante un claro ejemplo del periodismo más abyecto e innoble que se pueda practicar, sino que los valores cristianos que se le suponen al párroco brillaron por su ausencia, sin que ningún representante de la Iglesia Católica haya osado amonestarle o afear su conducta.

¿Qué tipo de metástasis se ha instalado en los cerebros de algunas redacciones que permite convertir una profesión tan admirable como la del periodismo en algo tan vil?

Mientras, al rey de la rumba, que nadie le mande flores, que le traigan hierbabuena que alegra los corazones, saboreando, sa, saboreando. Va por usted, maestro.

Publicado La Voz de Almería (9-10-14)


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pueblos del Mundo: ¡Extinguíos!

PUEBLOS DEL MUNDO: ¡EXTINGUÍOS! La creatividad es la capacidad de generar nuevas ideas o conceptos a base de asociar entre s...