AMERICAN
WAY OF LIFE
País de contrastes, Estados Unidos, con
legados tan maravillosos y fascinantes como el Rock and Roll, Hollywood y el bourbon,
y tan atroces y deleznables como el Tea
Party, la comida basura y el bourbon; que lo mismo libera a Europa de la
tiranía en dos Guerras Mundiales que hace gala de un exacerbado fanatismo
religioso que les ha llevado, por ejemplo, a organizar quemas públicas de
discos de The Beatles o a las famosas correrías del Klan.
Una de las últimas muestras de este
fundamentalismo entre los cristianos, que ya se practica en cuarenta y ocho de
sus cincuenta estados, es el llamado Baile
de la Pureza
(PurityBall), ideado por un matrimonio de Colorado hace quince años para
con sus cinco hijas. Es una ceremonia en la que adolescentes y niñas, a veces
de hasta cuatro años de edad, realizan un juramento ante Dios, no sólo de
evitar la relación sexual, sino también los besos o cualquier otro tipo de contacto
físico, hasta el momento de subir al altar. Tras la celebración, que incluye
anillo de compromiso y la colocación de una rosa blanca sobre un crucifijo, el
padre de la niña pasa a ser el garante de ese voto de pureza.
La doctrina es clara y directa: depende
de los hombres el control de la sexualidad de las mujeres, siempre con el consentimiento
y orgullo de una madre que ve con buenos ojos que sea su marido el que decida y
controle la vida sentimental de sus hijas. Esto sin contar con los sentimientos
de culpa y frustraciones que puedan sufrir estas adolescentes si terminan involucrándose
en relaciones sin la aquiescencia paternal. Evidentemente, dentro del machismo
imperante a ninguna madre se le ocurriría plantear una ceremonia semejante para
su descendencia masculina. Ya se sabe, ellos cuanto más machos mejor. Ecuación
ésta difícil de cuadrar, la de ellas monjiles
y ellos pichasbravas, ya que,
conociendo la afición existente a las armas en algunos estados, no resulta
complicado imaginar cómo puede acabar más de un pretendiente.
La moda de, parafraseando a J.D.
Salinger, estos Guardianes Entre el
Felpudo, se ha extendido ya a casi
una veintena de países. Cosa que no ocurre, por ejemplo, con el club femenino
de lectoras en topless al aire libre de Nueva York y que, amparándose en una
supuesta ley de la ciudad que permite ir a las mujeres sin
ropa de cintura para arriba en cualquier lugar donde también puede hacerlo un
hombre, aprovechan los cálidos y radiantes días para desprenderse de blusas y
sujetadores sobre el césped de Central Park, a mayor escándalo de los sectores
más puritanos, y disfrutar de la última obra Pulp, su género favorito.
Antonio Jesús García
Publicado La Voz de Almería (10-7-14)
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