jueves, 10 de julio de 2014

American Way of Life


AMERICAN WAY OF LIFE

País de contrastes, Estados Unidos, con legados tan maravillosos y fascinantes como el Rock and Roll, Hollywood y el bourbon, y tan atroces y deleznables como el Tea Party, la comida basura y el bourbon; que lo mismo libera a Europa de la tiranía en dos Guerras Mundiales que hace gala de un exacerbado fanatismo religioso que les ha llevado, por ejemplo, a organizar quemas públicas de discos de The Beatles o a las famosas correrías del Klan.

Una de las últimas muestras de este fundamentalismo entre los cristianos, que ya se practica en cuarenta y ocho de sus cincuenta estados, es el llamado Baile de la Pureza (PurityBall), ideado por un matrimonio de Colorado hace quince años para con sus cinco hijas. Es una ceremonia en la que adolescentes y niñas, a veces de hasta cuatro años de edad, realizan un juramento ante Dios, no sólo de evitar la relación sexual, sino también los besos o cualquier otro tipo de contacto físico, hasta el momento de subir al altar. Tras la celebración, que incluye anillo de compromiso y la colocación de una rosa blanca sobre un crucifijo, el padre de la niña pasa a ser el garante de ese voto de pureza.
La doctrina es clara y directa: depende de los hombres el control de la sexualidad de las mujeres, siempre con el consentimiento y orgullo de una madre que ve con buenos ojos que sea su marido el que decida y controle la vida sentimental de sus hijas. Esto sin contar con los sentimientos de culpa y frustraciones que puedan sufrir estas adolescentes si terminan involucrándose en relaciones sin la aquiescencia paternal. Evidentemente, dentro del machismo imperante a ninguna madre se le ocurriría plantear una ceremonia semejante para su descendencia masculina. Ya se sabe, ellos cuanto más machos mejor. Ecuación ésta difícil de cuadrar, la de ellas monjiles y ellos pichasbravas, ya que, conociendo la afición existente a las armas en algunos estados, no resulta complicado imaginar cómo puede acabar más de un pretendiente.

La moda de, parafraseando a J.D. Salinger, estos Guardianes Entre el Felpudo,  se ha extendido ya a casi una veintena de países. Cosa que no ocurre, por ejemplo, con el club femenino de lectoras en topless al aire libre de Nueva York y que, amparándose en una supuesta ley de la ciudad que permite ir a las mujeres sin ropa de cintura para arriba en cualquier lugar donde también puede hacerlo un hombre, aprovechan los cálidos y radiantes días para desprenderse de blusas y sujetadores sobre el césped de Central Park, a mayor escándalo de los sectores más puritanos, y disfrutar de la última obra Pulp, su género favorito.



Antonio Jesús García  

Publicado La Voz de Almería (10-7-14)


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