jueves, 14 de mayo de 2015

Elegante y Animal



ELEGANTE Y ANIMAL
Motivo de celebración es el poder contemplar en la sede del Centro Andaluz de Fotografía Vanessa Winship, la muestra de la fotógrafa británica producida por la Fundación Mafre. Considerada una de las fotógrafas mas reconocidas del panorama internacional y cuenta en su haber con numerosos galardones,  en 2011 se convirtió en la primer mujer en obtener el prestigioso Premio Henri-Cartier  Bresson.
Al margen de la gran capacidad de emoción y sobrecogimiento de que está dotado su trabajo, el discurso se complementa con una puesta en escena casi perfecta, fruto de la colaboración entre la artista y Carlos Martín, el comisario de la muestra. La ambiciosa exposición a modo de retrospectiva abarca las todas las etapas de trabajo de la fotógrafa distribuidas en pequeñas agrupaciones de imágenes de diferentes formatos y tamaños que funcionan a la perfección tanto a nivel individual como de conjunto. Hecho este que unido a la ausencias de unidireccionales pies de foto y de cartelas explicativas permite al espectador una lectura libre, individual y única de la muestra y de las imágenes.
Al igual que en Blow-Up, la película de Antonioni basada en el relato Las babas del diablo de Julio Cortázar e inspirada también en la vida del fotógrafo David Bailey durante el llamado Swinging London, donde un fotógrafo al ampliar unos negativos descubre algo que le llama poderosamente la atención, las imágenes de Vanessa Winship no solo están abiertas a múltiples lecturas sino que invitan al espectador a sumergirse en las mismas y encontrar infinidad de claves.
Una obra que aun bebiendo de las fuentes del documentalismo tradicional está impregnada de modernidad. La identidad, la tierra, el arraigo, o la usencia de él; la volatilidad de las fronteras o el género son tan solo algunas de las claves que subyacen en un trabajo que te atrapa, con un nudo en la garganta, como un beso fronterizo elegante y animal.
Cierra la muestra la serie Almería, donde encontraron oro, inspirada en Campos de Níjar de Goytisolo, otra vez Goytisolo y su alargada sombra, y en el desolador paisaje de la agricultura intensiva. La serie, encargo de la Fundación Mapfre, muestra ese no-lugar que es el invernadero como una metáfora de inestabilidad y vulnerabilidad. En ella, Cabo de Gata, las canteras de Macael o las ramblas y desiertos de Tabernas no distan en esencia tanto de los Balcanes o el Mar Negro.
Si en su periplo por Estados Unidos se centró entre otras cosas en esos edificios en desuso que fueron y ya no son; los que iban  a ser y no fueron, esa infinidad de construcciones fantasmas que nos ha dejado la crisis, podría ser su próxima inspiración.

Antonio Jesús García

Publicado La Voz de Almería (14-5-15)








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