jueves, 30 de noviembre de 2017

Espacios en Blanco



ESPACIOS EN BLANCO

La expresión Novela Gráfica suele hacer referencia a un tipo de historia dirigida a lectores, por así decirlo, maduros; y podríamos distinguir dos booms del término: El primero, a finales de los setenta, cuando la expresión aparece en las cubiertas de Bloodstar, de Richard Corben, en 1976, y en 1978 en la del Contrato con Dios de Will Eisner, el considerado padre del fenómeno. Y el segundo, a principios del siglo XXI, con obras de temática costumbrista y publicado por editores no convencionales, destacando los autores francófonos, ya sean canadienses, como Pyongyang de Guy Delisle, en 2004, o franceses, como Persépolis de Marjane Satrapi en 2000. 

Para Paco Roca, uno de los máximos exponentes españoles de este movimiento y cuya obra Los Surcos del Azar, publicada por Astiberri, reconstruye la historia de La Nueve y que fue elegida como el mejor cómic nacional en el Salón de Cómic de Barcelona de 2014, este género le permite “una narrativa diferente y una mayor cabida de diferentes temáticas y enfoques gráficos”.

De reciente publicación y también editado por Astiberri, nos encontramos con Espacios en Blanco, de Miguel Francisco, donde ajusta cuentas con su pasado y con los hechos acontecidos a su familia durante el periodo de la guerra y la posguerra. Si la obra de Roca se podría calificar de necesaria por lo que de recuperación de nuestra memoria tiene, la sinceridad y honradez con la que Francisco se enfrenta a su historia es casi desoladora.

Durante su exilio laboral en Helsinki, mientras creaba Angry Birds a destajo, Francisco decide, para dejar como legado a su hijo, rellenar esos espacios en blanco de la historia de su familia, construir esos huecos y vacíos de las conversaciones mantenidas con su propio padre acerca de la infancia de éste junto a su progenitor, abuelo del autor, durante la Guerra Civil y la postguerra. Naturales de Sorbas, la historia de los antepasados de Miguel Francisco es, a su vez, la historia de muchas familias españolas, por lo que lo que tiene de catarsis y de terapéutico para el autor, lo tendrá a su vez para los lectores que se paseen por sus páginas.

Si el término arteterapia, es decir, la capacidad del arte como forma de comunicación para  expresar y comunicar sentimientos incitando a la reflexión, lo utilizamos, generalmente, para cubrir con su amplio manto un sinfín de buenas intenciones de valor artístico más que discutible, en este caso no lo es en absoluto, ya que el autor, a través de su inigualable narrativa, trasciende  más allá del cómic para acercarnos a lo que somos a través de lo que hemos sido.



Antonio Jesús García


Publicado La Voz de Almería (30-11-17)

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